Muy mal sabor de boca había dejado Rajoy a los españoles en su pasada entrevista en televisión cuando mientras se escaqueaba del desafío catalán, remitiéndose a lo ya dicho antes de que no habrá referéndum sobre la independencia pero sin precisar en qué basa tal afirmación, se mostraba, en cambio, rotundo y contundente al asegurar que estaba absolutamente convencido de que a la infanta Cristina le irá bien, pese a su imputación, algo que todo el mundo sabe pero que chirría cuando se expresa por boca del presidente del Gobierno de un país que ya cree en muy pocas cosas si es que cree en algo.

Así que se esperaba que Rajoy en Barcelona, donde se fue a clausurar la convención del PP en aquella región, fuese capaz ante los suyos de añadir algo más que lo ya sabido. En Cataluña, poco pinta el partido de la derecha, donde además se ha visto implicado en los últimos años en trifulcas internas y en lances y avatares no demasiado serios. Ahora, Vidal Quadras se ha pasado a Vox. Por aquellos lares anda ganándole terreno la opción de Ciudadanos, ya extendida, por otra parte, a la totalidad del ámbito nacional y dispuesta para las elecciones. Pero para el viaje de Rajoy no se necesitaban alforjas.

Porque, de nuevo, nada ha aclarado, por muchos capotes que se le echen desde sus filas, y todo sigue exactamente igual que estaba. Verdad es y hay que reconocerlo que, al menos, ha explicado el presidente, y lo ha hecho muy claramente, lo que hay que agradecerle, las razones principales que le llevan a afirmar que ni habrá referéndum ilegal sobre el independentismo catalán ni España se va a fragmentar como pretenden algunos. Las autonomías no otorgan la propiedad del territorio, ha dicho, ni bastan las urnas para que un acto sea democrático. Dos precisiones muy oportunas y acertadas.

Para que la consulta pretendida fuese legal tendría que abarcar no solo Cataluña sino todo el conjunto del país y tendrían que votar todos los españoles, ha añadido Rajoy. Que es, precisamente, lo que piensa la inmensa mayoría de los españoles. Pero, claro, por ahí nunca pasaría el grupo de iluminados secesionistas, que puede que en el fondo, como se opina en muchas partes y desde hace mucho, lo que de verdad pretenden es obtener del Estado, con tan burda amenaza, más y más dinero para atender los derroches de una comunidad arruinada por su mala gestión y sus gestos de grandeza.

Rajoy, sin embargo, ha dicho que no cerrará el grifo a Cataluña, pese a las voces que claman porque así sea. No parece una decisión muy lógica, sobre todo si se tiene en cuenta que Mas y los suyos emplearán esos fondos en pagar el referéndum. Porque tras las palabras de Rajoy desde la Generalitat insisten en que habrá consulta legal. O sea, que las espadas se mantienen en alto. Mala cosa, mientras parecen removerse nuevos impulsos separatistas en el País Vasco, con la izquierda abertzale envalentonada y chulesca, tanto es así que ellos con algunos grupos catalanes intentan propugnar en Europa un referéndum para la independencia? de Gibraltar. Lo que faltaba. A ver qué dice Rajoy dentro de unos días en Valladolid. A lo mejor revela su estrategia, que ya va siendo hora.