Perplejo se quedó Rodríguez Zapatero con la espantada de Josu Jon Imaz. La perplejidad es confusión embarazosa y enervante ante un hecho inesperado y desagradable; el perplejo no sabe qué pensar, qué decir o qué hacer. La perplejidad suele ser la reacción del defraudado; lo peor, decía una víctima del timo de la estampita, es la cara de tonto que no puedes disimular. Ejemplo de perplejos fue Julio César: cuando vio entre sus asesinos al muy amado Bruto, se le escaparon unas palabras de dolorido reproche - " tú, quoque..., tú, también"' - que sentencian a los Brutos que en el mundo han sido, son y serán; la lista de los "tuquoque" suma y sigue. Aunque Zapatero barruntara el acoso que venía sufriendo Imaz, se ha visto sorprendido por su decisión de abandonar. Es comprensible la perplejidad del presidente y lógico su disgusto por la pérdida de un colaborador excelente con el que parecía entenderse muy bien. En la arriscada y peligrosa situación del país vasco sometido desde hace años a tensiones violentas y rompedoras, se había mostrado acertada la propuesta moderadora de Josu Jon Imaz, un político de reconocido talante y acreditado talento político.

Aunque no se comulgue en su ideal -nacionalista del PNV- es obligado reconocerle a Imaz los esfuerzos por aportar tranquilidad y alguna sensatez en un partido dominado por soberanistas radicales como el enloquecido Ibarreche . ETA lo declaró enemigo y, en cierto modo, lo ha derrotado; radicales y proetarras declarados le han obligado a arrojar la toalla. Por esto resulta absurda la declaración de Patxi López, siempre bailando en la cuerda floja: «Es de esperar, apunta, que la dimisión (de Imaz) no suponga la radicalización del PNV hacia posiciones que dividan a la sociedad vasca». ¿En qué país vive el desnortado mandamás socialista? Precisamente la radicalización del PNV ha motivado la marcha de Imaz; y la división de la sociedad vasca es más que notoria para los que la sufren. La verdad preocupante es que Imaz ha dejado a Ibarreche las manos libres para seguir adelante con su inadmisible proyecto independentista.

Se radicalizan los tenidos por moderados. Hasta Pujol se proclama halcón soberanista. En la eclosión de patriotismo que ha significado este año la Diada, Pujol quiso hacerse notar sobreponiéndose a su estatura. No siempre se corresponde con la realidad la moderación atribuida a determinados políticos; para Tarradellas, Pujol no era espejo de mesurados; y en ocasiones de triste recordación no brilló el mismo don José por tal condición. Tal vez la radicalización de Pujol y de otros muchos políticos catalanes tenga mucho que ver con una realidad apuntada por Jordi Pujol: hoy son más los secesionistas que hace tres años. Alguien debería darse por aludido y cantar la palinodia para demostrar que son sinceros sus recientes pujos de españolidad. Es muy lógico que el secesionismo cuente hoy con más adeptos, después de un tiempo de proselitismo tenaz y de imposiciones toleradas. Cierto politiquillo, de cuyo nombre no curo en recordar, ha dado la voz de ataque final: Ya es el momento del soberanismo. "Ya se acerca, Señor, es ya llegada -la edad gloriosa en que promete el cielo- una grey y un pastor sólo en el suelo..." Son versos de Hernando de Acuña, poeta de la unidad de España. ¡Qué tiempos y qué poetas!

Perplejo, Rodríguez Zapatero por la inesperada defección de un aliado fiel que tomó parte importante en el fracasado "proceso de paz". Sin duda, le hubiera reportado ayuda útil, templando la irracional fogosidad de los prepotentes soberanistas vascos dispuestos como sus correligionarios de Cataluña, a llevar el agua a su molino. Ibarreche podría apropiarse las palabras de Pujol: Hoy son más los soberanistas que hace tres años. Hagan las cuentas y no se sorprenderán.