Está claro que el Zamora C. F. no es la prisión de Alcatraz, ni mucho menos.

A la entidad rojiblanca se entra con relativa facilidad y por lo visto durante los últimos tiempos, se sale más fácilmente y más si miramos cómo están las puertas que cierras las instalaciones del Ruta de la Plata.

El presidente de la entidad, José María Cassas, mostró hace un par de días su enfado por cómo actúan los chavales y otros clubes. Si un jugador de la cantera se quiere ir... se marcha y en paz, y si un club como el Valladolid viene a por José Carlos -por poner un ejemplo- coge y se lo lleva sin más.

En este sentido al Zamora C. F. no le están pagando ni más ni menos que con la misma moneda que ha actuado con los clubes de la capital y provincia.

Si el Zamora le lleva un jugador al Pinilla, al San Lorenzo o al Atlético Zamora, no ocurre absolutamente. Todo está muy bien hecho, pero resulta que si es el Valladolid, el Salamanca o el Villarreal quien se lleva a un rojiblanco... se pone el grito en el cielo.

Un jugador de la primera plantilla como era David Pérez, teniendo contrato con el Zamora C. F., se fue alegando depresiones si seguía aquí. Lo dejaron marchar por la cara, a pesar de saber que el gallego iba a firmar por la Cultural Leonesa.

Si esto lo hace o lo intenta hacer un cadete, un infantil o un juvenil... se le pone el cerrojo a las puertas y se le dice, más o menos, al chaval que «si quieren llevarte, que vengan a hablar con nosotros».

Llegados a este punto tendría que haber un término medio porque a los jóvenes no se les pueden cortar las alas y las posibilidades de que en un futuro juegue en un club de superior categoría, pero tampoco es demasiado justo que el Zamora trabaje la cantera para tener en un futuro gente de la casa en su primer equipo y por el camino se encuentre que otros se los levanta sin más, ni más.

Es el tema de las fugas de las que hablaba el presidente y que en el Zamora C. F. se quieren evitar.