La península Ibérica, la casa madre de la cultura occidental europea, se la reparten dos hermanos cuyas raíces, genes, historia y todo lo que ello arrastra y significa son tan comunes que no se ha entendido nunca cómo se ha podido llegar a esta situación entre los dos hermanos. Más de un milenio de historia ha llevado y traído tal volumen de eventos y tal número de situaciones, a veces límite, que han prolongado la separación, llegando hasta los tiempos más cercanos, sin olvidar fechas clave, episodios comunes de gran calado histórico y de trascendencia universal, como podemos citar la época de las grandes aventuras marinas de los finales de la Edad Media y la hábil presencia de los piratas del Norte, hábiles vividores de todo aquello que se ofrezca o se presente con futuro, presencia como es fácil reconocer y sufrir hasta nuestros días.

Pero dentro de esa larga historia de vecindad y además de unidad, sigue pendiente, después de los Felipes, del 1640, toda esa larga peripecia del siglo XIX, en la que nos encontramos con fechas clave como la ruptura de Lisboa con los infiltrados del Norte y esa extensísima labor de intelectuales a favor de esa unión, mandada por la propia historia y despreciada o ignorada por la alta administración de ambos hermanos, esa labor de los intelectuales de ambos lados de la Raya trazada fríamente en los momentos de crisis de ambos hermanos, seguía tratándose y cultivándose con cierto calor y celo entre las altas esferas de la diplomacia y del poder, pero sin llegar nunca a la decisión final de reconocer la unión definitiva, pero eso sí, utilizando siempre ese tema como motivo de justificación personal.

El océano Atlántico fue el Mare Nostrum ibérico a pesar de la piratería nórdica y si abandonamos el siglo diecinueve y nos adentramos en el veinte, en términos coloquiales anteayer, podemos citar nombres y situaciones de ambos lados de nuestros días, así Salazar, o episodios como la Revolución de los Claveles y de este lado desde Nicolás Franco, Ibáñez Martín, López Rodó, o Manuel Fraga.

Hoy se viven otras situaciones y el pueblo fiel, aislado en su mundo, consciente de las nuevas situaciones desde ambos lados de la Raya fría y antihistórica trazada aquel 29 de septiembre de 1864 el pueblo llano consciente de sus valores comunes junto a sus bases culturales ha abierto un frente cultural común y unas relaciones formales que sin diplomacia ni altas declaraciones se encuentran e intercambian con afecto y sencillez ejemplar ese ritmo vital de lo auténtico, esos aspectos que obligan con el ejemplo y el tiempo a escribir los tratados.

EI sueño ibérico es la asignatura pendiente que tienen los dos hermanos, pero curiosamente mantenida por los piratas de Norte, esos que siempre han estado dentro, pero desde fuera, es su signo sideral, que los ibéricos por nuestra privilegiada situación geográfica e histórica hemos tenido que padecer.