Aseguran desde dentro del PP que están preparados para la ofensiva que Bárcenas ha desatado contra Rajoy y el partido dado que no han cedido a su chantaje y el extesorero ha acabado en la cárcel, según una diputada, en su momento, porque así lo había preparado el Gobierno, algo que se apresuró a desmentir el fiscal general. Sea como fuera, un Bárcenas acorralado, y por tanto peligroso, se remueve y por lo que se ha visto está dispuesto a atacar más que a defenderse.

Pero una cosa es lo que se dice y otra la procesión que va por dentro. Naturalmente, al PP solo le queda negarlo todo, ante la evidencia de los papeles publicados con su contabilidad oculta, de cuya autenticidad ya ni ellos parecen dudar, aunque algunos sigan hablando de conspiración, eso que tanto les gusta para justificar lo que no sale bien. Ha habido una nota muy escueta y algunos dirigentes, de los de antes y de lo de ahora, han salido a defender al presidente, con dudosa convicción.

Por ejemplo, el veterano Arenas que asegura que los pagos se declaraban a Hacienda. Ya se había dicho, pero eso no resta gravedad al hecho de cobrar unos sobresueldos ilegales. En realidad, Arenas y otros bastantes dirigentes populares están ya más que amortizados y sobran. Si el PP quiere renovarse de verdad algún día tendrá que echar mano de políticos más jóvenes y menos gastados que estos que todavía siguen valiendo lo mismo para un roto que para un descosido. Es una generación que ya se ha visto lo que da de sí y de no, lo que hace urgente su renovación total. Que no se hará, por supuesto.

Y con Arenas, pues, alguno más ha salido a la palestra, entre ellos los inevitables Aguirre y Ruiz Gallardón, a la expectativa ambos de lo que pueda suceder en el próximo asalto de Bárcenas. La presidenta del PP de Madrid sigue en su línea de ataque pidiendo el reconocimiento de errores e irregularidades y que el partido haga acto de presencia ante los jueces contra su extesorero y exsenador. El ministro de Justicia, por su parte, vuelve a ser un fiel incondicional de Rajoy, como siempre. Pero el hecho es que solo la secretaria general, Cospedal, ha sido capaz de denunciar a Bárcenas.

Para acabar de arreglar la que está cayendo sobre el partido en el poder, la que lleva ya tiempo cayendo realmente, estos mismos días ha aparecido en internet una relación completa de la contabilidad oficial del PP de 1990 a 2011, una filtración, al parecer, de los hackers de Anonymous, que aunque no pasa de anecdótica, no es por ello menos significativa y que ha indignado a las redes sociales. Lo que gastan en restaurantes de lujo, y en regalos tan curiosos como quincallería, lencería y piruletas, se supone que todo esto último en campaña electoral. Y la gente se cabrea, porque aunque con su dinero cualquiera hace lo que le da la gana, resulta que ese dinero procede en su gran parte de subvenciones oficiales.

A todo esto, Rajoy en silencio. Y ya no, basta ya. El presidente tiene la obligación, en el Congreso o donde sea, de dar una explicación definitiva de lo que está pasando, pero que sea la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.