Sí, me parece del todo injusto que permanentemente se arremeta contra la Iglesia católica por el hecho de existir, por el hecho de ser y estar. No se puede confundir a la opinión pública. No se puede hablar y actuar contra la Iglesia de la forma torticera que algunos emplean, olvidando la esencia misma de esta institución. Sin duda la Iglesia, también en España, ha conocido periodos de luces y de sombras. Ha actuado bien y ha actuado mal. Ha tenido sus cosas, unas buenas y otras que no lo han sido tanto. Pero si ponemos en la balanza lo bueno y lo malo de la Iglesia, gana por goleada lo primero.

Pues claro que hay curas que viven instalados en la comodidad. Pues claro que hay episodios de pompa y boato impropios de estos tiempos de los que la Iglesia debería huir claramente, sin concesiones y mucho menos a la «pureza de sangre» que suena a nazi. Por supuesto que la infalibilidad del sumo pontífice no se puede hacer extensiva, cuántas veces, al resto de sacerdotes y religiosos que como seres humanos que son, se equivocan y a veces de forma escandalosa. Pero de ahí a meter a toda la Iglesia católica en el mismo saco que hay que arrojar a la basura, media un abismo. Cuando se despotrica de la Iglesia, cuando se habla de la campaña del IRPF, cuando se exagera su necesidad de efectivo llamándolo avidez, se hurta flagrantemente la verdad. A la Iglesia en España le hace falta dinero para atender, fundamentalmente, a los que el Estado no atiende: a los pobres, a los parias, a los marginados, a los sin techo, a los desasistidos, a los enfermos, a los solos, a los afligidos. ¿O también es preciso callarlo para que no se corra la voz?

No sé qué sería de España si Cáritas no existiera. Estoy segura, ya me ha ocurrido en otra ocasión, de que ahora llegara el sesudo de turno llamándome desinformada y diciendo que Cáritas nada tiene que ver con la Iglesia católica. Perdónalos Señor porque, aunque sí saben lo que hacen, quieren seguir manteniendo erguidas tres cruces en el Gólgota de la ignorancia de tantos. Cáritas esta dando de comer al hambriento, de beber al sediento, vestido al desnudo, posada al peregrino y pagando lo que no está en los escritos para que cientos de familias zamoranas puedan salir adelante. Además, Cáritas es la madre de hermosos proyectos, hoy grandes realidades, de ayuda al drogadicto y al alcohólico. Pero parece que eso, todo eso, no cuenta ni cuesta. Pues cuenta, y mucho, en la biografía de la Iglesia y cuesta un pastón que pocas familias podrían sufragar. Y la droga y el alcohol han hecho estragos, como todos sabemos, en miles de familias que han podido sacar de ese pozo sin fondo a los suyos, gracias a la Iglesia católica.

Nada se dice de la compañía al enfermo que realizan algunas organizaciones de la Iglesia católica. Fue lamentable perder a las Siervas de María y Ministras de los Enfermos a las que debimos haber retenido en Zamora a la fuerza, porque ellas velaban el sueño del solo y el dolor del enfermo cuando la familia se retiraba a descansar. Y sin pedir nada a cambio. Y no cómo ahora que eso se ha convertido, para ciertas personas, en un negocio que se escapa a la hacienda pública. Y, qué decir de lo que la Iglesia hace en los países en vías de desarrollo cercados por el hambre, por la violencia, por la guerra, por la injusticia, por la indiferencia y por la miseria. Cuando los demás abandonan, porque nada queda ya, los religiosos y religiosas permanecen aunque en ello les vaya la vida. Pero eso tampoco cuenta. Eso se silencia, eso no se dice, no vaya a ser que alguien les dé las gracias públicas, haciendo un público reconocimiento, y con ello revienten la estrategia del depredador. Las críticas nunca se pueden basar en el odio.