Andan los partidos políticos en España con el mismo despiste que el boxeador que, grogui tras recibir una buena serie de golpes, aún no ha perdido el equilibrio y caído a la lona del ring. Músculos encogidos, vista perdida, mente aletargada; falta el oxígeno y el cuerpo se sujeta como un guiñapo colgado de un alambre, un pelele apenas sostenido en el vacío.