Si errar es humano y rectificar es de sabios, el diputado de UPyD, Toni Cantó, debe andar a la altura de Sócrates tras haberse disculpado por activa y por pasiva por la cantada que se pegó en Twitter a cuenta de la violencia de género. Como recordarán, el actor metido a político dijo sin rubor que un tercio de los muertos por violencia doméstica en España son hombres, que la mayor parte de las denuncias de las mujeres contra sus parejas son falsas y que la UE paga al Gobierno 3.200 euros por cada denuncia por malos tratos.

Tras el chorreo que le cayó encima, Cantó no dudó en disculparse por haber dado crédito a datos sin contrastar de Feder.Gen, una entidad que rechaza los datos del Gobierno y cuyos integrantes se consideran víctimas de la Ley de Violencia de Género. Se trata de la segunda salida de tiesto de Cantó en pocos días tras afirmar durante el debate de tramitación de la iniciativa legislativa popular que busca declarar las corridas de toros Bien de Interés Cultural, que los animales «no tienen derecho a la vida». Así, entre unas cosas y otras, Cantó se ha convertido en poco tiempo en uno de los diputados más conocidos del panorama político nacional, lo que no es poco en un país en el que los desvaríos son habituales. ¿O qué me dicen de lo del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, oponiéndose al matrimonio gay porque «no garantiza la pervivencia de la especie?

Señor, qué cruz. En cualquier sociedad normal, estas afirmaciones deberían ir acompañadas de una destitución inmediata por parte de los líderes de los partidos de los deslenguados. Aquí no. Aquí seguimos todos.

Cantó asegura que, a partir de ahora, no va a decir «ni mu».

Gracias, majete, pero no es eso. Nuestros políticos están para representarnos y hablar por nosotros para defender nuestros intereses, no para estar calladitos por miedo al desbarre. Esto es muy sencillo. Si uno no sabe aplicar la sensatez, informarse antes de hablar y medir el alcance de sus palabras, lo mejor que puede hacer es marcharse a casa. Pero en fin. Por lo menos él se ha disculpado, lo que no es poco en este mundo de incontinencia verbal generalizada.

¿Va a disculparse también Fernández Díaz por atacar una ley que él es el primer obligado a defender? Sí, un día de estos.