Nos amenazan los americanos. ¡Qué tiempos aquellos, los de la matinal del Ramos y las tardes en Los Luises, en los que atacaban los indios y nos salvaban Gary Cooper, John Wayne y el Séptimo de Caballería, recibido siempre con aplausos y gritos de la chiquillería! Ahora no, ahora los yanquis no nos dejan pasar tranquilas ni las Navidades. Y mira que estas han sido raras, tristes, acobardadas. Nos hemos deseado las Felices Pascuas y el Próspero Año Nuevo con el corazón encogido mientras la cabeza nos iba alertando de la crisis, (ojo con los gastos, cuidado con la cuesta de enero) y advirtiendo de los peligros que encierra este 2013 aún por estrenar. Pocos añitos con tan mala fama. No ha nacido y ya le tememos, ya sentimos sus efectos. Y más, claro, con lo de los americanos. Me explico. A la hora de escribir estas líneas aún no había acuerdo entre Obama y los republicanos para evitar lo que en Estados Unidos llaman el abismo fiscal, un mecanismo que, si fallan los pactos, se pone en marcha automáticamente y puede traer consecuencias dramáticas para el país y, de rebote, para toda la economía mundial. Éramos pocos y parió la abuela.

-O sea, que los del Tea Party y otras incrustaciones similares se cierran en banda para ahogar políticamente a Obama y esas broncas las acabamos pagando aquí, los que hemos comprado piso en El Alto de los Curas, dice el señor Procopio, que no termina de cogerle el meollo a la cosa financiera internacional.

Y no es fácil de cogérselo, no, aunque hayamos oído muchas veces que si mueve una mariposa las alas en el Pacífico oriental, al final hay un huracán en California y, de paso, llega el airón a Europa.

-Es que está todo muy interrelacionado con la globalización esa de la prima de riesgo, la burbuja de la construcción y las muñecas de Famosa, que también cuentan lo suyo en los vaivenes de los mercados, puntualiza Popurrí, que se toma pocas historias en serio.

Pero esta sí va en serio. Y mucho. Si Estados Unidos cae en el abismo fiscal (y falta solo un día para ello) habrá una subida inmediata de impuestos para el 90% de la población y los gastos sociales sufrirán un recorte de 55.000 millones de dólares. El impacto no será solo económico, sino que la incapacidad para llegar a un acuerdo llevará consigo una desconfianza en la nación más poderosa de la tierra y en una merma fuerte de su credibilidad. ¿Consecuencias? De momento, la Bolsa de Nueva York, referencia mundial, lleva varios días de pérdidas y el índice Dow Jones había bajado el viernes de los 13.000 puntos. Y eso que todavía había esperanzas de que republicanos y demócratas alcanzasen un pacto que pusiese fin al desasosiego, a la incertidumbre y al desplome. Los expertos vaticinan que si se produce el abismo fiscal, habrá una brutal caída del consumo y un retorno inevitable a la recesión.

-¿Entiende usted, don Ceferino, por qué eso del abismo fiscal, que suena a barranco acusador, también nos atañe aquí a los que paseamos por Valorio, ponemos huerta en el pueblo y hacemos vino para el gasto?

-Los tiempos adelantan que es una barbaridad, señor Serapio.

Así de chungas están las cosas. Si no sacuden los de dentro, nos arrean los de fuera. Como si a Rajoy y a sus mesnadas les hiciera falta algo para seguir recortando, racionalizando y demás gerundios al uso. Claro que ahora tendrán otra disculpa para rebanar más el Estado del Bienestar. Ya verán como hay algunos que responsabilizan al abismo fiscal del próximo recorte. No, si nosotros no queríamos, pero es que este lío de los estadounidenses nos obliga a privatizar, a reorganizar la sanidad pública, a optimizar los recursos en educación y bla, bla, bla. Ya estoy viendo el argumentario lanzado desde la sede nacional del PP: «Todos a culpar al abismo fiscal de las medidas que apruebe el Consejo de Ministros». ¿Qué se juegan a que Alberto Castro y Clara San Damián no tardan ni quince días en sacar el abismo fiscal a la palestra?

De modo que si no cambian mucho las cosas en estas últimas horas del 2012, ya tenemos a la vista otro Jinete del Apocalipsis, otra amenaza. ¡Cómo cambian los tiempos! Hasta hace nada decíamos el clásico «Año nuevo, vida nueva». Ahora lo hemos sustituido por «Año nuevo, acojono nuevo». Ya no hacemos planes. Nos limitamos a murmurar: «Virgencita, que me quede como estoy» Aunque hay seis millones de personas que ni siquiera pueden decir eso.

Adenda.- Parece que hay un rayo de esperanza en USA. Si llega el acuerdo, respiren hondo y vean este artículo como lo que pudo ser y, por suerte, no fue. Pero si viene el abismo fiscal?