Si estará claro que el año 2013 va a ser duro, que lo ha dicho ya hasta Mariano Rajoy, habitualmente aquejado de abulia comunicativa. Si solo nos azotara la crisis, sería grave pero es que, además, se anuncia fuerte inestabilidad. El reto independentista catalán es la primera causa garantizada. Se prevén tensiones importantes entre la Generalitat y el Estado porque la decisión de convocar la consulta por parte de Artur Mas es firme. Pero no será la única razón: ha quedado claro que hay una trama de mandos policiales, al margen del Gobierno, conectada con medios de comunicación, para intervenir en la crisis política abierta desde Cataluña. Eso es muy grave aunque el Gobierno disimule. El profesor Nikos Poulantzas, en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, en París, teorizaba sobre la «autonomía relativa del Estado». O sea, los gobiernos mandan pero hay resortes y mecanismos en el Estado que tienen su propia inercia y vida independiente. ¿Un ejemplo? Los informes sobre supuesta corrupción de Artur Mas y la familia Pujol, entre otros, en los que al final el juez Ruz no ha visto indicios suficientes para abrir un procedimiento. Pero en los rotativos madrileños más conservadores, se daba por hecho que era cierto. Información no contrastada, por supuesto, y con sentencia adelantada. Cosa distinta es que existan casos de corrupción detectados y algunos ya juzgados, como el del Palau de la Música del que se beneficiaba Convergencia, o la trama Gürtel que financiaba al PP en Madrid y Valencia, sin que falten ejemplos aplicables al PSOE y a otros. No. Hablamos de otra cosa: ante el reto catalán al Estado, mandos policiales, por su cuenta y al margen de sus superiores, sugiriendo incluso informadores en la policía autónoma catalana, elaboran informes con material antiguo y en parte infundado, para disparar desde la prensa conservadora. Tiran contra Artur Mas y la familia Pujol pero el fuego afecta también al Gobierno porque queda claro que no controla los movimientos de esa trama movilizada contra la secesión de Cataluña.

Mal asunto éste. Recuperar la economía es importante pero controlar el Estado también. La inestabilidad en el 2013 está garantizada porque Artur Mas ha diseñado un gabinete para impulsar la ruptura con el Estado del que se ha descolgado -atención- Lluis Recoder, hasta ahora responsable de la Ordenación Territorial desde la Generalitat. Recoder fue alcalde, diputado en Madrid y ahora diputado autonómico. Dato importante: no abandona su escaño y pasa por ser seguidor destacado de Miquel Roca Junyent.

Mas continua adelante con su proyecto soberanista, del brazo de Esquerra Republicana, por más que el empresariado catalán le haya pedido reflexión y que sus socios de Unió Democràtica, de Durán Lleida, no estén en esa línea. Lo cierto es que Mas ni los considera, como prueba la narración de un alto dirigente de Unió: «Estábamos reunidos la tarde el 18 de diciembre en el comité ejecutivo para analizar el posible acuerdo con Esquerra Republicana cuando nos llegó un teletipo en el que Jonqueras celebraba haber alcanzado su acuerdo con Mas».

Pero la inestabilidad afectará seguramente al PSOE. Rubalcaba pasará un mal año porque ya Griñán, y por supuesto Tomás Gómez, le instan a que defina si será candidato o no en las próximas elecciones. La sentirán los socialistas catalanes porque hay movimientos para descolocar a Pere Navarro. Y, sobre todo, se verá en la calle: la crispación en Madrid por la privatización de la sanidad que impone Ignacio González, no pasará sin dejar huella. Demasiado frentes, falta de tacto político y retos a destiempo. Se admiten apuestas: 2013 será un año duro pero también muy inestable.