El sereno como siempre/ en fiestas de celebrar/ le desea alegremente/ una feliz Navidad». ¡Ay! ¡Nostalgia del aguinaldo! ¡Y del sereno! Que el uno y el otro fueron desapareciendo: el aguinaldo, a medida que la lucha obrera conseguía de administraciones y empresas un salario digno con paga extra de Navidad incluida, y el sereno a medida que la seguridad ciudadana se profesionalizaba y la tecnología instalaba en las casas los porteros automáticos.

El aguinaldo era una propina que se daba voluntariamente a los empleados que día a día vigilaban su casa como el sereno, o bien llevaban las cartas, recogían la basura, barrían la calle?

Los niños en la ciudad y los jóvenes de los pueblos también iban por las casas a pedir el aguinaldo cantando, como siguen cantando los grupos etnográficos que han recogido esta costumbre con la que se conseguía el choricico y la longaniza para la merienda.

El sereno, el cartero, el barrendero, el trapero? los trabajadores que prestaban servicios públicos con sueldo bajo, llevaban a las casas una tarjeta de felicitación, con o sin rima, y recibían a cambio unas pesetas o un duro, que ya bastante dura era la vida.

Se perdió la costumbre a medida que se profesionalizaba su trabajo, se regulaban las condiciones laborales, se subía el sueldo, y pasaban a ser empleados públicos o contratados por empresas que gestionaban servicios. Esta situación les colocó en una situación más favorable que las de muchos trabajadores, porque tenían menos riesgo de despido y el trabajo era más fijo.

Desapareció, en fin, el aguinaldo, con el que los ciudadanos reconocían individualmente la labor de estos trabajadores de los servicios públicos, y su trabajo pasó a ser reconocido y retribuido de manera general a través de los impuestos con los que se pagaba su sueldo.

Hasta este año, en que el Gobierno de Rajoy con la disculpa de la crisis económica se ha llevado por delante con la reforma laboral el empleo fijo del personal laboral de las administraciones, y con un decreto la paga extra de Navidad de éstos y de los funcionarios.

A partir de ahí, se ha revuelto el patio de los funcionarios y administraciones -muchas gobernadas por funcionarios- para no quedarse sin paga extra en el tiempo navideño de consumo. En el País Vasco han intentado pagar por las buenas, en un primer paso hacia el independentismo económico, recurrido por el Gobierno de España al Constitucional. En otras instituciones se han inventado una paga como la extra pero con otro nombre. Ayuntamientos como el de Ávila que empezó y el de Zamora, del mismo partido que Rajoy, están intentando adelantar la paga de junio a enero. Hasta sindicatos como CSIF ponen su granito de arena pidiendo que se repartan las dos pagas del año que viene en tres partes para cobrar una ahora, en Navidad.

¡Vamos! Que ante la pérdida de un derecho que parecía consolidado en el sueldo, vuelven las «propinas» desde las instituciones gobernadas por el mismo partido que nos quita la paga, para que digamos como el santo Job que no somos: «Valdeón me lo dio; Rajoy me lo quitó; ¡demos gracias a los dos!». O sea, al PP.

Hay que volver al aguinaldo. No tanto por el dinero -porque peor están los trabajadores de empresas privadas que cierran y los parados sin perspectivas de trabajar- sino para recibir el reconocimiento de los ciudadanos a los servicios públicos, que son de todos.

«Los sanitarios de urgencia/ día y noche sin cesar/ queremos estar más cerca/ sin recorte en Navidad». «Los que enseñan desde el cole/ hasta la universidad/ queremos seguir haciéndolo/ sin recorte en Navidad». «Si eres discapacitado/ no te debes preocupar/ te seguiremos cuidando/ sin recorte en Navidad». «El cartero y el bombero/ el poli municipal/ el jardinero, el que barre/ sin recorte en Navidad».

La ciudad de Zamora también recibe un «aguinaldo» en forma de premio al patrimonio. Lo cual no evita que la Muralla se siga desmoronando a los pocos días, y que la huelga de limpiezas amenace con un patrimonio sucio.

Parece que el fin del mundo no ha llegado, pero quieren que llegue una nueva época que nos retrotraiga a las Navidades de hace cien años: bancos de alimentos, comedores para pobres en nochebuena, juguetes para niños que no tienen reyes magos? Pobreza y ¡aguinaldo!

Y lotería, que tampoco ha tocado este año, y el que viene hay que pagar impuestos.

Los funcionarios celebran una cena de Navidad con bocata y gaseosa; hay manifestaciones todos los días de trabajadores de servicios públicos; el paro se desboca, y en Zamora se anuncian huelgas en los servicios públicos de limpieza de escuelas y de calles para evitar que más trabajadores se queden en la misma. ¡Y es que de aguinaldos no se puede vivir!