Entre la mucha corrupción, sobre todo en el ámbito político, existente en España destaca por su honda tradición la práctica descarada del enchufismo, de la endogamia, de colocar a familiares, parientes y amigos en donde se puede, que en el caso de la clase que manda, sean los que sean, de derechas o de izquierdas, suele ser en las instituciones o en las empresas públicas. Especialmente en estas últimas, pues se estima, no sin razón, que es más fácil que el trato de favor pase desapercibido. Aunque en el peor de los casos, ya se sabe: un día de vergüenza y un empleo para toda la vida, o al menos para cuatro años. Puede que sea una forma de corrupción menor pero no por ello menos inmoral.

Pasa ahora con el PP lo mismo que ha pasado antes con el PSOE y seguirá pasando con quien quiera que ocupe el poder, que en España, naturalmente, serán siempre esos dos grandes partidos, aunque otros puedan gozar de las migajas en alguna ocasión no frecuente. Desde cargos de confianza y privilegio hasta trabajadores subalternos suelen llegar, en política, por la misma injusta vía de la influencia y del dedo de sus valedores. Y esto a nivel nacional, regional y local. A ver quién no conoce a algún enchufado o enchufada en Zamora. Y no digamos en Valladolid, la capital de la región, donde la cima del poder parece una reunión de familiares celebrando alegremente su buen pasar.

Empezando por el ejemplo de la alcaldesa de Madrid, un puesto al que ha llegado por ser la esposa de Aznar, los casos se multiplican, y el conflicto de la red de Paradores ha servido para poner de relieve tal afición y dedicación a la endogamia política, según se ha denunciado. Como otras empresas públicas, Aena, Iberia, y varias más, la red de turismo más importante del país pierde millones, al parecer por una mala gestión en los años últimos, y los gestores actuales solucionan el problema ayudando a su patrón, Rajoy, a aliviar el gasto público poniendo en la calle a 644 empleados y cerrando algunos establecimientos, al menos en temporada invernal. Por desdicha, y como bien se está demostrando, estas o semejantes y subir los impuestos son todas las soluciones que se le ocurren al Gobierno.

Pero, como ocurre siempre, entre los despedidos no van a estar los altos cargos y directivos recién llegados a Paradores: la exmujer de un exministro, la nieta de un fundador del PP, la hermana de un secretario del Congreso o el hermano de un alto cargo popular en Madrid, aparte de amigos varios de la gente importante que gobierna el país. Se comprende la protesta indignada de los trabajadores de Paradores, una red turística muy importante pese a que pueda estar sobredimensionada actualmente, pero que tiene una larga y noble trayectoria, con la reconstrucción de históricos edificios en muchas ciudades, que cumple bien su servicio y que suele resultar entrañable para sus clientes.

El Gobierno va a por todas y lo que no cabe duda es que se dispone a reducir en 2013 el número de empleados públicos. Puede que haya muchos, sí, pero también hay muchos políticos o gente que vive de la política, los tristemente famosos 450.000 de la mala fama, y ahí siguen, como si tal cosa.