Cobra fuerza la sospecha de que el ministro Wert sea un agente secreto de ERC. Tal vez ni él mismo lo sepa, pero el agente secreto a veces lo es hasta para él, y no sabe bien para quién trabaja. El independentismo catalán no se nutre de un gran proyecto nacional, sino de un largo agravio, que de momento viene de la derrota de 1714, pero podría estirarse hacia atrás lo que se quiera saltando de piedra en piedra, o sea, de derrota en agravio. El independentismo catalán no es de proyecto sino de resistencia, como suele ocurrir con los separatismos lingüísticos. El ministro Wert ha dado justo donde hacía falta para reanimar la causa, tras haber quedado algo tocada al frustrarse las expectativas del 25-N. Lo único que hace dudar de su condición de agente de ERC es que los agentes secretos dan una de cal y otra de arena para despistar, y él las da todas de cal vigorizante del independentismo.