Fue hace 159 años cuando comenzaba a cimentarse el cambio de las comunicaciones entre Aliste y Sayago, unidas durante siglos al devenir de una rudimentaria barca de negrillo para cruzar las turbulentas aguas del río Duero allí donde los arribanzos comienzan a desnivelarse peligrosamente camino de Portugal. Fueron allí continuos los ahogamientos de transeúntes al volcarse la barcaza y arrastrar las crecidas a alistanos y sayagueses hacia una muerte segura. El hecho tuvo lugar coincidiendo con la toma del acta de Diputado en Cortes del ilustre Práxedes Mateo Sagasta. Tuvo él la brillante idea, algunos la tacharon de una locura e imposible, de construir un puente a unos dos kilómetros aguas abajo del actual, encargándole el estudio al ingeniero Eduardo López Navarro: constaría de dos tramos de fundición, con una rasante mucho más baja de la actual. Era tal el aislamiento entre Aliste y Sayago que los candidatos a políticos, todos, llegaron a ofrecerlo en sus campañas, aun conscientes que los escarpado del terreno, parecía hacer imposible construirlo.

Cuarenta años después del florecer la idea, sería otro ilustre, Federico Requejo, quien lograba, en 1893, que se dictase una Real Orden, autorizando la carretera que uniría la carretera de Fonfría (hoy Nacional 122) con la de Salamanca a Fermoselle y obviamente que el puente se incluyese en ella. Otra celebridad, en este caso el ingeniero José Eugenio Rivera, sería el encargado de redactar el proyecto. Creía él y así lo manifestaba que la solución más barata hubiera sido un puente colgante, aunque, parece ser que acertadamente, optaría por un viaducto de arco rebajado pues ello suponía disminuir la pesadez de la estructura al utilizar menos peso de hierro. Llegó a sentenciar que un año de trabajo de un ingeniero, entonces valorado en unas 10.000 pesetas, podía ahorrar muchos cientos de miles al Estado. Trabajó duro José Eugenio y propuso hasta doce alternativas optándose finalmente por el «Viaducto metálico de pequeñas luces sobre arco articulado». Así nacía el que sin lugar a dudas, fue, es y seguirá siendo, el puente contemporáneo más llamativo de la provincia de Zamora.