Guiados por un programa informático, miles de voluntarios socialistas irán, barrio a barrio, a recuperar los millones de votos perdidos. Eso es la campaña «Hacer PSOE 2015».

Cada vez que el PSOE muerde el polvo y, al intentar levantarse, recae, mormonea a su militancia y la saca a buscar almas, de dos en dos y de puerta en puerta. Esta vez añaden nueva tecnología a la vieja estrategia, van dotados tecnológicamente, es decir que les han vendido un programa informático. Venden su compra de una forma que mete miedo: llevan 7 años perfeccionándola y les permite seleccionar las zonas del país donde les resultará más rentable llevar su mensaje. Ahí va el PSOE -o la CIA- a por el voto del señor Cayo, el que les falta para sacar un concejal decisivo; ahí se lanzan a la operación rescate de votantes enterrados por el desengaño y así escapan los rubalcabas de la piedra rodante del gran fracaso, a la carrera loca, en busca del voto perdido.

De la mano del hermano mayor (eso que se ha traducido como «El gran hermano») van a llevar propuestas y consignas cuando lo mejor que podrían hacer por ellos mismos sería escuchar lo que les digan en las casas de esos 36.000 sectores en los que han dividido España, a ver si pillan una.

Ninguno de los grandes partidos, ni de algunos medianos, ha acertado siquiera en la identificación temprana de los problemas de quienes les votan ni en el primer borrador de las soluciones para que les sigan votando desde que estalló la crisis porque sólo han tenido oído para los telefonazos de Bruselas (Eurogrupo), Francfort (Banco Central Europeo) y Washington (Fondo Monetario Internacional).

Lo que les falla es el otro oído pero irán, con el ojo que todo lo ve, a vender la moto, tan equivocados como cuando llegan a paso de gallina a las manifestaciones o a los desahucios, los primeros escenarios de la catástrofe que pisan.