Hace una semana asistí en la Seminci de Valladolid al estreno de la última película de Basilio Martín Patino. Se titula «Libre te quiero» y es una estremecedora y aguda visión de lo ocurrido en la Puerta del Sol madrileña cuando el año pasado estalló el movimiento de indignados 15-M. Los versos del zamorano Agustín García Calvo musicados por el leonés Amancio Prada envuelven, refuerzan y vitalizan aún más unas imágenes que reflejan el cabreo social y las ganas de cambio. Martín Patino no ha incluido ni voces en off ni guión ni trama argumental. Se ha limitado a recoger y seleccionar lo que estaba pasando, desde las protestas a los momentos lúdicos; desde los discursos y los gritos a la organización de la vida cotidiana; desde los eslóganes y los lemas a las tareas de cocina, limpieza y demás.

Cuenta el realizador de Lumbrales que acababa de regresar de Salamanca a Madrid cuando vio que en la Puerta del Sol pasaba algo raro, un movimiento inhabitual muy distinto a las manifestaciones y concentraciones clásicas. Bajó a la calle, se dio una vuelta por allí, intuyó la trascendencia de aquello, se encontró con un cámara con el que había trabajado antes y? se pusieron a rodar lo que estaba pasando sin un plan preestablecido, sin una idea preconcebida. Un mes después habían filmado más de 25 horas, que, en el metraje final, han quedado reducidas a una. Por tanto, podrían salir otras cuantas películas. Y todas, además del sello personal del director salmantino, tendrían la misma carga de denuncia, espontaneidad, dolor y esperanza. Esta, esperanza, fue precisamente la palabra que utilizó Amancio Prada, tras cantar el «Libre te quiero» en el Teatro Zorrilla al acabar la proyección, para resumir la sensación que le había dejado el filme. Algo parecido ha dicho el propio Martín Patino en las numerosas declaraciones realizadas estos días: «Hace falta reflexionar más de lo que lo estamos haciendo. La fuerza y las ganas de la gente se pueden palpar. Me alegro de poder plasmarlo en una película y que el público pueda verlo». Esperemos que sí, que el público pueda verla, que la obra tenga la difusión adecuada y que los circuitos comerciales no le cierren el paso. Es un documento impresionante, cine puro, historia pura, vida pura, pero historia y vida que siguen ahí, que han cambiado poco, si acaso para empeorar. Ha pasado casi año y medio desde el estallido del 15-M y hay muchos más motivos para sentirse indignados, cabreados, hartos, engañados y chuleados. Desde aquella fecha para acá se han celebrado un montón de elecciones y el partido que las ha ganado casi todas ha incumplido sistemáticamente sus promesas, su programa electoral, las declaraciones de sus dirigentes, sus anuncios, sus plazos de ejecución, sus recetas para salir de la crisis? Y todo adobado con la cantinela de que es «por nuestro bien», de que se están sentando las bases para la recuperación, de que no hay más remedio, de que vamos por el camino correcto. Los últimos ejemplos son aterradores. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría asegura que los malos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) son «un acicate para seguir trabajando». O sea, ¿hace falta que haya 5,8 millones de parados (más del 25% de la población activa) para que el Gobierno siga trabajando?, ¿cuántos más parados más acicate? Ese mismo día, Fátima Báñez, -¿por qué no cualquier otra virgen?- nos eche una mano, vio brotes verdes en dos detalles: el aumento del número de autónomos y que ya el sector público pierde más empleo que el privado. Es decir, que mientras se despidan funcionarios y no obreros de la construcción, la cosa mejora. ¡Y es la señora ministra de Trabajo y Empleo, la misma que insiste en que su reforma laboral está dando frutos y dará más en el futuro! Impresionante. ¿Y qué me cuentan del genial Montoro? Presenta los presupuestos con más recortes de la historia reciente y asegura, nada menos que en el Congreso, que son los «más sociales de la historia». Y sigue riéndose como si fuera un charlatán de feria que acabara de venderle un crecepelo a una convención de calvos. «¡No le voy a cobrar ni diez ni nueve ni ocho ni siquiera siete; si se lleva usted el frasco por seis, le regalo un collar de recortes, una pulsera de reformas y un lote de cinturones para que se los apriete en la barriga»! Menos mal que el titular de Interior, Jorge Fernández, ha pedido al Papa que rece por la salvación económica de España. En la próxima EPA, todos colocados.

El contraste entre el «Libre te quiero» y las declaraciones políticas citadas (y otras muchas) es brutal. Tan brutal como la distancia que separa la España real de la que nos pintan los gobernantes, de la que nos quieren hacer creer edulcorando una realidad cada vez más dramática. Si pueden, vean la película de Martín Patino; les crecerán las ganas de hacer algo, de pelear. Y cuando salgan a la calle, no se depriman. Como dijo Amancio Prada, aún hay sitio para la esperanza.