Tras el éxito de su versión radiofónica de «La guerra de los mundos», la productora RKO contrató a Orson Welles y le dio libertad absoluta para dirigir la película que le diera la gana. Esa película, la primera película de Orson Welles, fue «Ciudadano Kane». Un clásico indiscutible e ineludible. Para muchos, la mejor película de la historia del cine o, al menos, la más influyente. Un derroche de ingenio, un salto de gigante en el lenguaje cinematográfico, en la técnica narrativa y en la banda sonora. ¿Cómo lo hiciste, Orson? ¿Cómo es posible que un tipo sin experiencia como director se sacara de la manga una obra maestra como «Ciudadano Kane»? Si la leyenda es cierta, antes de empezar a rodar «Ciudadano Kane» Orson Welles se encerró en una de las salas de proyección de la RKO y vio cincuenta y siete veces «La diligencia», el famoso western de John Ford. Después de este maratón fordiano, Welles fue a ver a Herman J. Mankiewicz, coguionista de «Ciudadano Kane», y le dijo: «Ya sé dirigir cine».

No sé si Guardiola, contratado por el Barça después del éxito de su versión radiofónica del fútbol en Tercera División, se encerró en un despacho del club y vio cincuenta y siete veces algún partido del «Dream team» de Johan Cruyff. El caso es que Guardiola, como Orson Welles, dirigió un equipo de leyenda en su primer encargo como entrenador en Primera División. El Barça de Guardiola es al fútbol lo que «Ciudadano Kane» es al cine, Guardiola es el Orson Welles del fútbol, y el Fútbol Club Barcelona de Laporta dio tanta libertad a Guardiola (probablemente porque no tuvo otro remedio) como la RKO Pictures dio a Orson Welles. ¿Se puede aprender a entrenar un equipo de fútbol viendo partidos de fútbol? ¿Se puede aprender a dirigir películas viendo películas? ¿Ver cincuenta y siete veces el 5-0 del «Dream team» al Real Madrid en el Camp Nou, con un Romario descomunal que desmontó a Alkorta con una inolvidable «cola de vaca», hizo que Guardiola fuera a ver a Tito Vilanova, coguionista en el Barça de los seis títulos, y le dijera: «Ya sé dirigir al Barça»? ¿Ver cincuenta y siete veces «La diligencia» preparó a Orson Welles para dirigir «Ciudadano Kane»? No lo creo.

Creo que Orson Welles aprendió a dirigir películas dirigiendo «Ciudadano Kane», y que Guardiola aprendió a dirigir al Barça entrenando al Barça. Si ver partidos del «Dream Team» o películas de John Ford fuera suficiente para convertirse en Guardiola o en Orson Welles, entonces grandes devoradores de partidos como Maldini, o Gaby Ruiz, comentaristas de Canal +, ya estarían entrenando al Madrid o al Manchester City, y grandes devoradores de películas como Adrián Esbilla o Eduardo Galán ya habrían dirigido unas cuantas obras maestras. No es tan fácil. En «Matrix», Neo aprende sin demasiado esfuerzo todo lo que necesita saber gracias a un programa de carga que, como dice Morfeo, carga lo que sea, desde ropa hasta instrumentos, armas, entrenamientos simulados o cualquier cosa que se necesite. No hay un programa de carga para enseñar a dirigir un equipo de fútbol. Neo puede ser el elegido y derrotar a Matrix, pero jamás conseguiría ser entrenador del Barça. Ni Neo ni un devorador de partidos como Maldini pueden dirigir «Ciudadano Kane» desde el banquillo de un equipo de fútbol. Y, con todo esto, quiero decir que este domingo se enfrentan en el Camp Nou Barça y Madrid, dos equipos plagados de jugadores maravillosos, pero inservibles sin un buen director que les ponga en su sitio. Si el Barça gana 5-0, los culés se encerrarán en sus casas y verán el partido cincuenta y siete veces seguidas. Si el Madrid gana 0-5, los merengues dedicarán cincuenta y siete tardes a ver el partido en DVD. Pero después no tendremos miles de nuevos Titos o Mourinhos.

Orson Welles no se convirtió en Orson Welles viendo cincuenta y siete veces «La diligencia», Guardiola no se convirtió en Guardiola viendo partidos del «Dream team», y Tito y Mourinho no aprendieron a manejar a un puñado de estrellas gracias a un programa de carga. El fútbol no es «La diligencia» ni «Matrix». Un respeto para los tipos que viven los partidos de fútbol encerrados en la zona técnica.