Los que crecimos cambiando cromos de futbolistas en las plazas y viendo partidos de fútbol en blanco y negro los domingos por la tarde en una tele culona hemos tenido que acostumbrarnos a muchas cosas. A las botas de colores chillones de los futbolistas. A que las camisetas de los equipos cambien de diseño temporada tras temporada. A que el delantero centro juegue con el número 11 o el defensa central lleve el 23 a la espalda. A los tatuajes. A las cintas en el pelo. A que ya ningún jugador lleve bigote. A que los equipos salgan juntitos al campo, impidiendo que la afición local obsequie con un entrañable abucheo al equipo visitante. A que los árbitros no vistan siempre de negro. A que haya un cuarto árbitro. A que haya un quinto árbitro. A que ya no haya moviola. A que los porteros lleven camisetas de manga corta. A que los campos del norte ya no estén casi nunca embarrados. A que cada vez llueva menos en los campos del norte. A que tantos futbolistas sean tan tremendamente guapos. A que el campo de Osasuna se llame «Reyno de Navarra». A que el campo del Mallorca se llame «Iberostar Estadio», o algo así. A que se jueguen partidos de Liga en horarios absurdos y en días absurdos. A que las apuestas en Internet hayan sustituido a las apuestas en el bar a la hora del vermú. A que los fichajes tengan que ser «mediáticos». A la «zona mixta» donde los periodistas intentan que Ronaldo diga por qué está triste. A la «zona técnica» donde tienen enjaulados a los entrenadores. A que exista una cosa que se llama «Fan Zone». A las coreografías ridículas después de un gol. A que los comentaristas hablen de «emboscadas en el centro del campo». A que los comentaristas ya no llamen al portero «cancerbero». A que Helenio Herrera ya no esté con nosotros. A que al «catenaccio» ya no se llame «catenaccio», sino disciplina defensiva. A que un partido Barça-Madrid sea el «clásico». A que esté mal visto enviar «balones a la olla». A que más del cincuenta por ciento de los futbolistas de Primera División sean «cracks». A que los entrenadores no suden (excepto Camacho). A que un aficionado ya no pueda hacer un poco el tonto en la grada de un estadio porque seguro que sale en «Lo que el ojo no ve» y se convierte en el hazmerreír del barrio. A que decir que un futbolista es un tipo «normal» se haya convertido en algo extraordinario. A que la Copa de Europa tenga un nombre tan horrible y poco exacto como «Liga de Campeones» o, lo que es peor, «Champions League». A que ya no exista la Recopa de Europa. A que las Supercopas no tengan nada de «Súper». A la expresión «Mundialito de clubes». A que los capitanes de los equipos no intercambien banderines antes del partido. Pero, sobre todo, los viejos futboleros hemos tenido que acostumbrarnos a que nos digan que tenemos la suerte de vivir en el mejor de los mundos futbolísticos posibles. Y no.

T. S. Eliot decía que nuestro tiempo está marcado por un nuevo provincianismo no espacial, sino temporal. Un provincianismo para el cual el mundo es propiedad exclusiva de los vivos, sin participación alguna de los muertos. ¿Saben Ronaldo y Messi algo de historia del fútbol? ¿No es demasiada casualidad que la Liga española sea la mejor Liga del mundo porque en ella juegan los dos mejores equipos de la historia del fútbol liderados por los dos mejores jugadores que han pisado un campo de fútbol? ¿Por qué Bojan, cuando era jugador del Barça, no sabía quién era Quini? ¿De verdad resulta que Radamel Falcao es muuuuuuuuucho mejor delantero que Hugo Sánchez? ¿Casillas es el mejor portero de la historia? ¿El Athletic de Bielsa de la temporada pasada es el mejor Athletic de todos los tiempos? ¿De verdad van a demoler San Mamés? ¿Es que nadie echa de menos Sarriá? ¿Nunca ha habido un entrenador tan guapo como Guardiola? ¿Jamás ha habido, ni habrá, un entrenador como Mourinho? Que vivan los muertos, aunque algunos sigan gloriosamente vivos. Que viva Puskas, Giuseppe Meazza, Garrincha, Gerd Müller, Maradona, Bobby Moore, Yashin, Di Stéfano, Kopa, Luis Suárez, Cruyff, Sócrates. Y que Quini siga siendo delegado del Sporting cuando Bojan se retire y se dedique a comentar los partidos del Barça en la Liga catalana.