Hace ya días que los comercios de Zamora, no todos, apagan o no encienden las luces de sus escaparates a la hora de echar el cierre. Y no solo es una fórmula de ahorro, con los recibos de Iberdrola subiendo constantemente, sino una manera de protestar contra la situación que viven y sufren víctimas del descenso generalizado del consumo que los ajustes de Rajoy han propiciado. Una protesta que en meses venideros, y si continúan así de mal las cosas para el sector, puede adquirir nuevas formas.

Porque si malas han sido las rebajas de julio, casi por primera vez en la historia, y peor pueden ser todavía las de enero próximo tras unas celebraciones navideñas en las que los empleados públicos carecerán de paga extraordinaria, igual de malos pueden ser los meses del otoño, con la subida del IVA a partir del 1 de septiembre, o sea a la vuelta de la esquina. Y eso que los comerciantes han decidido asumir el nuevo incremento, sacrificando su margen de beneficio.

Pero es que a esa subida que a todos los empresarios va a afectar, aunque a unos más que a otros, hay que unir las otras que luego llegan a nivel local como consecuencia de la medida general. Por ejemplo, el Ayuntamiento de la capital ya tiene previsto que ese aumento del IVA ha de repercutir en los impuestos municipales que pagan los zamoranos. Su razonamiento y su explicación no puede ser más simplista: el Ayuntamiento tendrá que pagar también más IVA y como las cuentas hay que cuadrarlas la subida habrán de pagarla los de siempre: los ciudadanos.

En el sector del comercio se han echado a temblar, pues eso era lo que faltaba. Y han pedido una entrevista con la alcaldesa para que el asunto sea reconsiderado y sea en última instancia el municipio el que se haga cargo de la subida, asumiéndola lo mismo que hacen los empresarios, y no repercutiéndola, que ya son demasiados los palos económicos que se están recibiendo. Y si no pueden asumir el incremento, exigen que el Ayuntamiento reduzca su tamaño y sus gastos.

Lo cierto es que, como se ha dicho desde el grupo del PSOE, la presión fiscal municipal resulta insostenible para los negocios, igual que para las familias. Si antes de agudizarse la crisis y antes de los recortes ya era ostensible el declive del comercio zamorano, de una parte importante del mismo, sobre todo la ubicada en el casco antiguo de la ciudad, en la actualidad este descenso en el número de clientes se hace más patente todavía y lo que es peor, amenaza con agravarse aún más. Y lo mismo ocurre con otros sectores, caso de la hostelería provincial.

Se han elegido unos caminos de salida que en vez de llevar al crecimiento conducen directamente a la caída del consumo y por ende a un mayor desempleo. Todo ello, mientras la clase política sigue dilapidando el dinero público. Hay que ver cómo la recuperación alemana y francesa se ha conseguido con medidas que, al contrario que en nuestro país, han tirado del consumo, convertido en el impulso que les ha evitado no caer en la recesión en la que se hunde España.