La sólida y recia personalidad de don Agustín Carrascal Fraile llena toda una larga y rica vida en su trabajo e influyó en todo el entorno y por esas proyecciones que la administración, en su estructura político-administrativa, permitía.

Dos campos hemos de distinguir en la breve reseña. El primero como médico-forense en Bermillo de Sayago. Don Agustín, hombre vitalista, activo, con un gran sentido de la responsabilidad y de la amistad, marcó una etapa difícil de superar y, por supuesto, de olvidar.

Pero don Agustín, perfectamente ambientado y un tanto contagiado del ambiente sayagués, entra en la vida política y comienza su gran labor que alcanza cotas, solo comparables a la gran obra de otro personaje muy vinculado a esta comarca en las primeras décadas del pasado siglo, cuando Sayago y Aliste se encontraron en la inauguración del Puente de Pino, don Federico Requejo, que fue diputado por la comarca en varias legislaturas.

Don Agustín, alcalde, diputado provincial, es el político que piensa, programa y realiza sin perder el paso y siguiendo fielmente el programa en todos sus puntos. El Tormes, Almendra, la ermita de Gracia dieron lugar y vida a la idea de don Agustín y ese Sayagua, ejemplo único en toda la geografía patria.

Aprovechar todas las posibilidades que el progreso ofrece para saltar un milenio en las formas de vida y actualizarlas es solo obra de quienes saben mirar y ver con claridad y precisión lo que quieren y lo que pueden y el resultado en este caso es esa gran obra y solución posiblemente única, soñada hasta que él llegó. Una sencilla anécdota: en un encuentro en la Diputación, le propuse a don Agustín una reedición de la obra poética de Ricardo Ballesteros, titulada «Alma Sayaguesa». Le hice unos breves comentarios y la contestación fue rápida: «Tráeme el ejemplar». Setenta años más tarde de la primera edición, vio la luz la segunda que muchos conocen y que él se preocupó de hacer llegar a todas las escuelas de la comarca. Así era.

Calle, plaza o busto, bien merecido está, pero eso no basta. Junto a esos recuerdos debe quedar corriendo por la memoria de todos los sayagueses el nombre de don Agustín Carrascal Fraile como corre el agua viva y vivificadora a través de esa gigantesca red, agua que lleva ese nombre y ese apellido como la más noble y señorial huella de identidad.