Llegan noticias, se escuchan comentarios, los últimos como consecuencia de una tormenta de verano sobre esos campamentos que se levantaron cuando las grandes construcciones hidráulicas constituyeron casi la única esperanza de futuro para esta provincia. Aquellos campamentos eran el reflejo más claro de la gran categoría de aquellas obras, tan importantes en la época y también ahora.

Tres han sido los conjuntos clave de estas características levantados en nuestra provincia, el de Muelas, salvado y vivo y los dos más lejanos en la geografía y en el tiempo, el de Villalcampo y el del Castro, ambos conjuntos considerados como auténticas creaciones urbanísticas llenas de identidad, creaciones urbanísticas que hoy con medio siglo a sus espaldas y sobre sus tejados, constituyen un auténtico símbolo de la desolación, del abandono y del olvido, porque olvidar aquello que nos dio vida y fue nuestro asueto y nuestro hogar en la hora de la lucha, no es ni justo ni honesto.

Se habla de esas dos grandes instalaciones abandonadas a su suerte, cuando hay instituciones, obras sociales e infinidad de grupos con finalidades sociales, que además de mantenerlas adecuadamente, mantendrían, seguro, vivo de manera permanente el recuerdo y la categoría de tan nobles construcciones.

Instalaciones deportivas para los fines de semana, campamentos para jóvenes, hay un gran conjunto de opciones que la temporada veraniega ofrece con su rica variedad de posibilidades. Todo antes que el abandono, el silencio y lo que es más triste, el olvido, ese olvido cuyo silencio se pierde en el tiempo, pero que llega muchas veces a tristes conclusiones.

Nunca he entendido el silencio, la soledad y el abandono de esos poblados, auténticas creaciones urbanísticas, complemento fiel a la gran obra y fieles seguidores y guardas del conjunto cuya historia parece no interesar a casi nadie, salvo a algún romántico apasionado de su pasado, claro que en ese pasado están más o menos claras las claves de a dónde hemos llegado y cómo se ha hecho.

Confiemos en que esos históricos y nobles despojos se traten y se salven del olvido y que la vida, la juventud y el estudio y disfrute de esos bellos rincones encandilen a propios y extraños para recuperar su ambiente. Queremos que no se repitan esas noticias tristes que nos llegan por todas partes, sobre todo cuando una tormenta de verano pasa por el lugar como si quisiera despertarlo de su sueño. Si alguien no ha llegado hasta ese rincón del Porvenir, que se llegue al caer la tarde y mire el cañón y a San Segundo, después, que repase esas historias, se alegrará.