Periódicamente hay que defender a Mourinho de sí mismo, con furia similar a la desplegada por el técnico luso para proteger al Madrid del buen fútbol, mediante alineaciones pletóricas de defensas centrales o asimilados. A eso vamos. La acusación más fácil de desbaratar habla de un equipo bronco y desabrido, cuando los blancos quintaesenciaron antaño la caballerosidad y el juego limpio. En efecto, pregunten por Goyo Benito, De Felipe y el inefable Camacho. O remítanse al espíritu incorrupto de Juanito, paladín de la diplomacia sobre el tapete verde. El fútbol se disputa a patadas y entre animales, lo cual nos obliga a concluir que el Madrid ha encontrado en Mourinho al domador suficiente. A diferencia de lo que ocurre en la Banca -disciplina más mamífera si cabe que el balompié-, la idoneidad futbolística ha de venir refrendada por los resultados. Pues bien, si al comienzo de la temporada se hubiera anunciado que los blancos aventajarían hoy en seis puntos al Barça, el madridismo hubiera ejecutado un mohín colectivo de escepticismo. Y los azulgrana hubieran acusado de centralismo a los arúspices. Pues aquí estamos, sin embargo. Con una Liga envasada y lista para servir, aunque apreciamos las emociones adicionales que ambos contendientes quieran brindarnos. Hace un año, era el Madrid quien recortaba la ventaja del Barça infinito. Entonces le preguntaron a uno de los entrenadores más inteligentes de la historia, apellidado Mourinho. Rápido y certero, el portugués sentenció que ya querría estar él donde el equipo azulgrana. Es decir, en primera posición y con un rival que desfallecía para pisarle los talones. Por la propiedad conmutativa de la clasificación, hemos de concluir que Guardiola desearía hallarse hoy en la tesitura del Madrid, por grande que sea la desorientación de quienes acceden a la cima. Aunque es posible que nos equivoquemos, dado el masoquismo verbal del técnico barcelonista. Cada semana jura que se enfrenta al mejor equipo del mundo, desde su superioridad no los distingue. Para desarmar de antemano un previsible triunfo del Madrid, se alega asimismo que el Barça de Messi y poco más ya ha cumplido con la historia. Se concluye que sus integrantes tienen derecho a una temporada de relax. Entonces, ¿no van a cobrar sus jugadores este año de excedencia? En tal hipótesis, pueden utilizar lo ahorrado para enjugar la onerosa deuda de su club con Hacienda, que somos todos los demás. El vértigo de Mourinho arranca del cinco a cero en el Camp Nou, y se debe a que nunca estamos preparados para que las cosas nos salgan bien. Si gana la Liga, habrá cumplido. Con un doblete en Liga de Campeones, la gloria eterna. El «New York Times» titulaba el sorteo de cuartos como la garantía de que Madrid y Barça jugarán la final. Los otros equipos, ni cuentan, lo cual mejora además las probabilidades de Mourinho, siempre tan desatado.