Los pueblos de la Raya tuvieron en los concejos de vecinos al mayor y mejor exponente de los trabajos a prestación personal, una alternativa que marco el devenir de la comunidad y también de las familias a nivel individual en busca de unas soluciones que por libre se aventuraban una tarea imposible. Todos los pueblos cuentan aún hoy con algún paraje denominado «La Rozada», que delata la actividad de tiempos pasados cuando los agricultores se reunían en otoño e invierno allí para roturar y limpiar de jaras, escobas, encinas y robles unas tierras que primero se labraban y cultivan en común y luego a nivel individual repartidas ya en quiñones.

En los años noventa, Manzanal del Barco, liderado por su entonces alcalde Eutimio Contra Galván y sus vecinos, se convertía en el ejemplo de los muchos pueblos que cubrían sus infraestructuras básicas mediante la prestación personal, en este caso para pavimentar sus calles. En los pueblos de Aliste, Fulgencio, dicharachero y convincente funcionario, fue recorriendo los pueblos convenciendo a sus vecinos para que construyeran redes de abastecimiento y saneamiento con sus propias manos. Durante siglos «La Carruna» fue muestra de solidaridad entre vecinos. Cuando uno iba a hacer su casa, el resto uncía su pareja de vacas o bueyes y la fila de carros acarreaba en un solo día la piedra, madera y barro, una tarea que al paisano por si solo le hubiese llevado meses.

En unos tiempos donde la crisis cultiva la desesperación y florecen los recortes, pueblos y vecinos deberían volver a recuperar concejos y prestación personal como uno de los valores históricos que ayudaron a escribir la historia de los pueblos generando infraestructuras y embelleciendo de pueblos, pero también, cultivando las relaciones más sociales y humanas gracias a una mano amiga.