Éramos pocos y dieron a luz las eléctricas. Por orden del Supremo, tendremos que rascarnos el bolsillo los de siempre. Es lo que tiene ser menesterosos. A los de arriba, a los que mueven los hilos de este guiñol nacional, no les afecta. Ni a los expresidentes, contratados por estas empresas luminosas para lavarles la imagen de vampiros.

El batacazo que nos vamos a dar, es de órdago. El siete por ciento en el recibo de la luz supone privarnos del último suspiro que dábamos antes de morir de inanición. Y mientras nos vemos los mutuos cadáveres pasando por delante de nuestras narices, pimpollos de siempre disfrutan a costa de nuestras miserias. Porque sigo sin entender por qué al bien nacional no aportan los sinvergüenzas del fútbol. Y sigo sin entender por qué el Estado no aprieta el cuello a las eléctricas?

No entiendo por qué, cuando los bancos se forran, dilapidan y reparten su fortuna entre los directivos, y cuando no les va tan bien pagamos nosotros los platos rotos. No entiendo por qué no se les aprieta el cinturón a los que más tienen, tal y como algunos de los que más tienen vienen demandando con buen criterio.

No hace falta ser economista para darse cuenta de que, hundiéndonos a los de siempre, se derramará el cántaro de la lechera. Si al ciudadano normal le suben la gasolina, no viajaremos. Si no viajamos, no consumiremos en hostales, ni comeremos el plato del día en los restaurantes potajeros. Si no hacemos esto, los sufrientes potajeros y pensiones tendrán que acabar por despedir a los dos últimos empleados que les quedan.

Ya no podemos mirar ni pensar que el Gobierno socialista nos arruinó hasta el paroxismo. Que nos engañó y estafó a toda Europa. Que de aquellos lodos vienen estos barros. Es hora de mirar para adelante. No hay otra. Creo que lo peor que nos puede ocurrir ahora es la huelga general, que en realidad no es más que una patada a la ruina de los socialistas en el culo de los Populares. Con la bronca no ganamos nada y acabamos de perder lo poco que nos queda.

Creo que todos, si supiéramos que paralizando el país avanzábamos un centímetro, estaríamos allí. Pero vamos a hacer una huelga contra lo que no tiene remedio. El desbarajuste en que hemos quedado es tal, que la salida es oscura. Yo creo que es absurda, porque está convocada por quienes son parte del problema: los socialistas que provocaron la ruina y la clase sindical, que se beneficia del entramado.

El sufridor siempre es el mismo: el obrero. Y es el que no saca nada. Para cuándo una huelga contra las subvenciones de los sindicatos, de los partidos políticos, de las organizaciones empresariales. Para cuándo una huelga general que apriete a estas clases privilegiadas para que bajen al suelo sus sueldos y prebendas. Para cuándo.

Como obrero, siento que me estafan todos: los privilegios de políticos, sindicatos y clase empresarial. Pero contra esos no luchamos, porque habría que inventar otros mecanismos. La solución vendrá de las redes sociales y los jóvenes envenenados, que no aguantan más. Y de los padres encabronados, que no tienen para luz, gas, gasolina, recibo del IBI, del IVA, ITV, de la Diputación, del Ayuntamiento, de circulación, estacionamiento, de basura, agua, alcantarillado, perro, gato, rodamiento, rodadura, comisiones bancarias?

Me siento estafado, sí. Porque nuestros políticos solo tienen solución a los problemas, cuando están en la oposición. Resulta insoportable ver cómo los mismos que nos arruinaron, prometen ahora, sin caérsele la cara de vergüenza, que tienen el remedio a nuestros males. ¿Por qué creerles si son los mismos perros con los mismos collares?

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