La vida es un pañuelo que últimamente recoge muchas lágrimas de sorpresa y emoción de la familia sanabresa. La fantástica comarca del norte está que lo tira. A veces, siendo tan poco y tanto, Sanabria parece el centro mismo del mundo.

Famosos que la eligen para vivir. Famosos que anualmente pasan sus vacaciones a orillas del lago o los embalses. Peluqueros que pelan a los personajes más importantes de España. Restauradores que pasaron de la casa de comidas potajera a la élite española. Artistas del trinque que pulularon por el tristemente famoso «caso Malaya», de Marbella, capos de la droga que se codean con putas y futbolistas? A veces pienso que los sanabreses son el perejil de todas las salsas.

Hemos tenido magistrados, presidentes del Tribunal Supremo, como el «merujero» Ángel Escudero, que tanto gozaba cuando sus paisanos le llevaban pan de centeno; futbolistas como Mingorance y hasta ilustres afiladores. Ahora, para completar el círculo vicioso, nos encontramos que el abogado defensor de los presuntos estafados por la familia Ruiz Mateos es también de Sanabria. Miles de millones andan en juego y en un paisano recae la responsabilidad de hurgar hasta encontrarlos.

Ángel Francisco Sutil Ballesteros, el ilustre abogado, es un letrado muy conocido por nuestras tierras. En el último tiempo había ejercido con poca fortuna en Sanabria. Digo con poca fortuna, porque llevó pleitos menores, de ayuntamientos ruinosos y morosos como el de Trefacio, condenados a perderse todos y a no cobrar ninguno. También fue ocasional secretario del Ayuntamiento de Cobreros.

Ángel, de la preciosa localidad de Coso, lamiendo las orillas del río Trefacio, es hijo de Ángel, un querido amigo que durante mucho tiempo condujo coches de línea desde Sanabria a Zamora. Y sobrino de una mujer muy importante en mi vida, Jacinta. Con ella di yo mis primeros pasos en casa de mi abuela Manuela, mis primeros tropezones, y tuve mis primeros sueños.

Quién lo iba a decir cuando Cándido, el abuelo de esta lumbrera, bajaba de Coso a trabajar a Trefacio, en una vida sacrificada y recta, que condujo a que sus descendientes alcanzaran la excelencia?

Dicen que Ángel, el defensor de los damnificados por Ruiz Mateos, fue un magnífico estudiante que alternó sus estudios con el trabajo en el restaurante Enrimari de Puebla de Sanabria. Allí ejerció muchas veces como extra en las bodas para poder costearse sus estudios. Y no solo salió adelante de forma brillante, sino que llegó a ser nombrado juez sustituto de los juzgados de Zamora por el Consejo General del Poder Judicial, en el año judicial de 2006-2007.

Probablemente cansado de la penuria sanabresa, Ángel Sutil entró en el bufete de Yvancos Abogados, de Madrid, donde se hace cargo de la defensa de los incautos que se han visto presuntamente estafados al comprar emisiones de pagarés fraudulentos.

Por cierto, dichos pagarés fueron emitidos con la ayuda de las televisiones, que en ningún caso se preocuparon de averiguar si la publicidad que estaban haciendo era cierta o fraudulenta. A ver para cuándo un código ético publicitario. Y si lo hay, que hagan a las televisiones corresponsables del desaguisado de Mateos.

Cuando Yvancos fue despedido por Ruiz Mateos después de más de treinta años a su servicio, el despechado abogado se hizo cargo de la defensa de muchas de sus víctimas, dando lugar a un litigio que aún continúa.

Independientemente de si, finalmente, es lícito que Yvancos lleve el caso de los afectados con nuestro Ángel, parece cierto que Sutil estará allí para hacer el nombre de Sanabria un poco más grande. Aunque a veces sería estupendo que fuera más pequeño? Y ya les diré por qué.

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