Carlos Rossi se forjó en esta tierra nuestra y a la sombra de aquellos soportales adosados a la torre de la iglesia de San Juan de Puerta Nueva. Faustino Rossi, su padre creó y mantuvo aquel símbolo del Rossi, cafetería que junto a las novelas de rodeo atrajeron y fueron durante décadas la gran atracción y hasta un símbolo y una referencia en la Plaza Mayor junto al Marsan, dos auténticos puntos clave durante muchos años.

Carlos, con la pedagogía a cuestas, saltó en una auténtica repoblación hacia el Tajo y se asentó junto a él en esa noble ciudad de Talavera, donde sembró con su trabajo y su entrega la grata semilla de la amistad que se dejó atraer en esos parajes donde la azulejería talaverana de Ruiz de Luna se unió con la cerámica del Carmen. La Niverasa y la influencia de Carlos hizo posible que la cerámica talaverana estuviera durante la década del setenta en las Arcadas de la Plaza durante nuestra Feria del Barro de San Pedro.

Pero Carlos, además de cuidar su pedagogía especial, no abandonó el cultivo de la amistad en su nueva tierra y en ella sembró con su generosidad acostumbrada los encuentros con sus paisanos y hasta allí llegaron actividades culturales y la Semana Santa tuvo sus pregones llenos de entusiasmo y recuerdos y las visitas a esa noble ciudad fueron constantes por parte de zamoranos, hechos de los que doy fe con verdadera emoción y gratos recuerdos.

Carlos no solo aplicó su pedagogía como logopeda con plena generosidad al aula sino que supo transmitirla al ambiente y celebramos con toda alegría y satisfacción que la Galería de Arte Cerdán haya concedido a nuestro paisano el XXIII Cerdán de Oro en destacado reconocimiento a su categoría, señorío y entrega en el trabajo, correctamente contabilizado con el ambiente exterior que ha dejado hondas y fecundas huellas en tan noble ciudad.

El pasado día 3 este zamorano afincado en esa ciudad, auténtico santuario de la azulejería más bella y atractiva en toda la historia de este género de la que tan nobles recuerdos tenemos en nuestra ciudad de Toro, se vistió de fiesta y un zamorano a ella entregado recibía ese noble reconocimiento, como si las aguas del Duero saltando sobre la geografía se hubiesen dejado caer suave y delicadamente en las del Tajo llenas de epopeyas, de recuerdos y de emociones históricas siempre atrayentes y dignas de recordar.

Una vez más, amigo Carlos, se cumple la célebre frase de que la historia ha seguido siempre el curso de los ríos, que en este caso está lleno de recuerdos de amistad, de auténtica emoción y agradecimiento, que un pueblo noble y agradecido sabe reconocer y premiar. Nosotros desde aquí a orillas del otro río nos unimos a ese gesto y a ese reconocimiento que las circunstancias nos han privado de la noble ilusión de estar presentes.

Talavera, que es todo un símbolo, está unida a esta ciudad con el señorío y la nobleza que le caracteriza en la primera feria alfarera de España, en la que puso sus manos también un talaverano de pro, el amigo Emilio Niveiro. Y volvemos, de río a río, con la enhorabuena a nuestro paisano una vez más.