Después de que Pedro ha confesado su fe en Jesús como el Mesías parecería que todo está ya dicho, pero las cosas no son tan fáciles. La confesión debe medirse con la realidad tal cual es, y aquí es donde se sitúa el episodio del evangelio de hoy. Habitualmente pensamos que las cosas y las personas deberían ser como necesitamos que sean, que las cosas y las personas deberían ser según sus mejores posibilidades, que las cosas y las personas deberían desenvolverse o actuar según la lógica de la justicia y el sentido común? pero esto de hecho no es así. Las cosas y las personas son como son y esto no es fácil soportarlo. Cuando no coinciden con nuestras expectativas sentimos que el mundo se pone contra nosotros y reaccionamos como contra un enemigo: con enfado, ira, resentimiento, violencia? En nosotros los creyentes se añade el que solemos fijar una posición a la acción de Dios que se corresponde con nuestro sentido de la realidad y nuestros tiempos y formas de actuación, y que pocas veces coincide con la suya.

Aquí es donde se sitúa el pasaje evangélico. Los discípulos ante el anuncio de la pasión responden: «No lo permita Dios, esto no puede pasarte». Respuestas que tantas veces nosotros damos a los demás o nos damos en nuestro interior, y que terminan por desesperarnos cuando no se produce lo que esperaríamos.

Ahora bien, este pasaje indica la forma de ser Mesías de Jesús en medio de las contradicciones de la realidad. Su respuesta no se deja llevar de las ilusiones, ni de las presiones a Dios, ni del resentimiento contra la realidad y las personas. Para él se trata de envolver la contradicción con fe en que por encima de toda apariencia Dios es su Padre y él no está dejado de su mano, con esperanza en que la contradicción del mundo no será la última palabra y que a su tiempo todo quedará configurado por una armonía inalcanzable para nuestras obras, con amor a todo y a todos por encima de la presión del odio y la violencia contra él. Esto es lo que se les atraganta a los discípulos que querrían, como nosotros, protección, inmunidad, justicia inmediata?

El evangelio de hoy nos pregunta si estamos lo suficientemente cerca de Cristo para entender esto, lo suficientemente unidos a él para vivir de la fe, la esperanza y el amor en medio de las contradicciones de la vida, a veces tan agresivas con nosotros. Este es el reto de los cristianos y solo así damos testimonio del único Dios, origen generoso de un mundo bueno pese a toda apariencia, meta gloriosa de una creación que parece deshacerse, vida de amor de una humanidad que parece no poder vivir la fraternidad. Esto es cargar con la cruz para acercar la salvación de Dios que el mundo necesita.