Desembarca en España el anteproyecto de Ley Integral para la Igualdad de Trato y no Discriminación. Una ley que exalta el derecho a la igualdad hasta el punto de lesionar otros derechos fundamentales. Como la libertad de enseñanza, pues la nueva ley deniega «cualquier forma de financiación pública» a la educación diferenciada. Poco parece importar la opinión del Tribunal Supremo, que en sentencia de julio de 2008 recogía que «no se puede asociar enseñanza diferenciada con la discriminación por razón de sexo», añadiendo que «la enseñanza mixta no puede ser impuesta».

Ahora bien, dada la penuria del sistema educativo español (cuyos resultados, según el informe PISA de 2009, están por debajo de la media de los países desarrollados y que, con un 31,2% de fracaso escolar, duplica la media de la Unión Europea), no parece apropiado cercenar un modelo educativo —la «single-sex education»— en continuo avance internacional. Ya en el 2002 un estudio de la británica National Foundation for Educational Research (realizado sobre 3.000 High Schools y 370.000 alumnos) concluía que el rendimiento de las chicas y chicos en escuelas estatales de un solo sexo era mayor que en las mixtas. La senadora Hillary Clinton impulsó desde 2006 las aulas «single-sex» para determinadas materias en colegios públicos de Estados Unidos. Un proyecto que continúa con la administración Obama, contando ya el país con casi 600 colegios públicos con aulas diferenciadas.

El modelo hegemónico de coeducación está perjudicando a los chicos. Según el informe Fracaso y Abandono Escolar en España (La Caixa, 2010), un 40% de chicos sufren riesgo elevado de fracaso escolar, frente al 29,4% de las chicas; y, si los chicos que abandonan el bachillerato son un 11,7%, el porcentaje se reduce en las chicas al 7%. Y es que el ritmo madurativo es diferente entre niños y niñas. A los cuatro años ellas tienen las destrezas verbales (resultados de lectoescritura) de un niño de seis. Esto, unido a su mayor capacidad de atención e inteligencia emocional, hace que los niños pronto se vean estúpidos a su lado, retrayéndose y propiciando el abandono escolar. Los chicos son hoy el segundo sexo y la educación diferenciada aparece como una oportunidad para que abandonen su papel subalterno y puedan ser educados a su ritmo natural, potenciando su desarrollo y autoestima.

(*) Profesor de Filosofía de la Educación en la Universitat Internacional de Cataluña (UIC)