Después de su penosa ley Sinde para acabar con la piratería en Internet, que es justamente lo mismo que pretender ponerle puertas al campo, ahora acaba de decir que hay que reescribir la historia. ¿Por qué? Pues se supone que porque a ella solo le gusta la historia cuando la escriben los suyos, los de la izquierda progresista y tal que ya vemos donde nos han llevado.

Así que ahora y ante la biografía que de Franco ha hecho la Real Academia de Historia, se entiende que el máximo órgano especialista en la materia, ha mostrado su disconformidad y ha exigido al director de la alta institución que se vuelva a escribir modificando lo que aparece a la sazón: que fue un dictador pero que su régimen no fue totalitario. A juicio de la ministra Sinde fue eso y más. Lo que no pasa de ser una opinión personal por mucho que la apoye, otro que tal, el ministro de Educación.

A lo que el director de la Academia ha dicho que ya se verá, que puede que algo se matice en nuevas ediciones, pero que en todo caso lo que aparece allí escrito tiene un autor que firma con su nombre y apellido: Luis Suárez, historiador de gran prestigio, y rector magnífico que fue, haciendo honor a su título, de la Universidad de Valladolid allá por los años sesenta, lo que sería difícil de aplicar a muchos de los rectores actuales por muy democrático que sea su nombramiento y aunque lleguen a ministros.

En fin, que la polémica está liada, manteniendo ambas partes posturas enfrentadas, que ya se sabe cómo se las gastan unos y otros. Porque el asunto no deja de tener su miga. Para los historiadores que sociológicamente están con los vencedores de la guerra, Franco instauró, tras su victoria, una dictadura militar pero no un régimen totalitario y entienden que regímenes de esas características solo hubo en esa época los de la Alemania nazi primero y los de las repúblicas soviéticas después. Y matizan sus explicaciones con el apoyo que España recibió luego de los países democráticos en la lucha contra el comunismo, enemigo común de occidente, bases americanas incluidas. Una explicación bastante lógica y convincente porque si al comienzo de la dictadura es notoria una clara deriva hacia el totalitarismo, las circunstancias parece que llevaron luego a Franco por sendas autoritarias pero no totalitarias.

Los del otro lado, los de la memoria histórica de Zapatero, pues lo de siempre: la sublevación, la represión, la dictadura. Una sublevación a la que se llegó fatalmente tras el caos, el anarquismo y el ambiente marxista y prerrevolucionario de los tiempos de la República. Una represión dura y sangrienta, sí, pero a saber cómo hubiese sido el ajuste de cuentas si los vencidos hubiesen sido los vencedores. Y una dictadura marcada por la supresión total de derechos y libertades pero de la no pueden negarse logros sociales y económicos -seguro de enfermedad, pensiones, viviendas, la eclosión del turismo y la industria- que transformarían la España mísera de la alpargata en la España de los polos de desarrollo y crearían la clase media, seiscientos incluido. Las cosas son como son.