Desde hace más de dos décadas, Zamora intenta, sin éxito, inscribir alguno de sus muchas y notables aportaciones al patrimonio artístico y etnográfico dentro de la lista privilegiada de la Unesco. Pero ninguna de esas iniciativas ha llegado a buen fin, sobre todo porque ha faltado un verdadero respaldo institucional que defendiera los hipotéticos expedientes a examinar, primero por el Ministerio de Cultura y, en último término, por el organismo de las Naciones Unidas con sede en París. El camino es largo y difícil, aunque no infranqueable si se realiza una propuesta atractiva y documentada. El momento de Zamora puede llegar de la mano de las Mascaradas de Invierno a través de la anunciada Red Ibérica que debería constituirse en la cita del 19 de marzo en la capital zamorana.

Las Mascaradas tendrían que inscribirse en la lista representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, cuyas candidaturas, a priori, tienen más posibilidades de ser distinguidas que las incluidas en las del Patrimonio Mundial, al que un día aspiró el románico de Zamora. En espera se encuentra otra posibilidad que afectaría a la provincia, la Vía de la Plata, aspirante junto a otras decenas de propuestas que el Ministerio de Cultura acuerda periódicamente con las respectivas comunidades autónomas antes de hacer la propuesta a la Unesco.

Hasta ahora, la Junta de Castilla y León no ha mostrado el respaldo esperado para llegar con posibilidades a la colección de candidatos propuesta por el Ministerio de Cultura. En el caso del patrimonio artístico o arquitectónico, podría ser entendible cierto desinterés en una comunidad autónoma en la que cuatro ciudades presumen del marchamo de la Unesco, (Ávila, León, Salamanca y Segovia) y donde la última declaración, las pinturas rupestres de Siega Verde (en los arribes salmantinos) se ha producido solo hace unos meses.

La defensa expresa de otra posible candidatura, también al Patrimonio Inmaterial, la que hace referencia a Semana Santa de la capital zamorana, pese a su riqueza y singularidad innegables, tampoco resulta fácil en el contexto de una región bien servida de tradiciones ancestrales.

Pero en el caso de las Mascaradas existen elementos enriquecedores que la hacen merecedora de ese apoyo pleno por parte del Gobierno regional. Un respaldo que, si bien a diferencia de los bienes aspirantes a la lista de Patrimonio Mundial, no es requisito indispensable para la inscripción previa en el Ministerio de Cultura, sí que allana el camino al ser, las instituciones autonómicas, uno de los organismos que deben aportar el expediente oportuno antes de llamar a las puertas de la Unesco.

En el caso de las Mascaradas se da una colaboración previa, una intención de aunar esfuerzos no solo entre las distintas manifestaciones de municipios de la provincia, sino de las fiestas que se celebran a uno y otro lado de la Raya, puesto que se dan características y peculiaridades etnográficas que comparten por igual pueblos zamoranos y portugueses.

Si la Junta pretende defender intereses comunes en el territorio fronterizo, dentro de ese contexto de macrorregión, las Mascaradas de invierno, a través de la pretendida Red Ibérica, le ofrecen una oportunidad excelente para demostrar esa colaboración en el mundo cultural, reconocida de facto en los fondos europeos con cargo al programa Interreg III dentro del campo de la promoción turística y que incluye una partida económica expresa para el estudio de la declaración de los enmascarados como Patrimonio de la Humanidad.

El Zangarrón de Sanzoles o los Carochos de Riofrío de Aliste han sido declaradas fiestas de interés turístico regional y tramitan su distinción como celebración nacional. Si la Junta se muestra igual de receptiva a una candidatura interregional y trasnacional que aúne esa peculiar riqueza etnográfica, se daría un gran paso hacia la formalización de la candidatura.

La implicación de las autoridades portuguesas en el proceso parece clara. No en vano, la capital lusa, Lisboa, ha acogido durante dos años consecutivos el encuentro anual en el que se dan cita los enmascarados de Zamora y del Norte de Portugal, en una iniciativa loable por parte de la Diputación Provincial. La unión de las asociaciones culturales y de las instituciones provinciales (ayuntamientos y Diputación) junto a la del Gobierno autonómico será capital para influir definitivamente en el Ministerio de Cultura.

En junio de 2010, España fue elegida miembro del Comité del Patrimonio Inmaterial de la Unesco, el órgano encargado de decidir las candidaturas que entran a formar parte de la Lista Representativa del Patrimonio Inmaterial. Cada país puede presentar, cada año, candidaturas nacionales e internacionales. Así, en el primer apartado, España consiguió la reciente declaración del flamenco, los castellets y la sibilla mallorquina, mientras en el segundo pretende la distinción para la dieta mediterránea y la cetrería. Nuestro país permanecerá en dicho comité durante cuatro años.

Es un margen de tiempo no demasiado amplio para lo que suele demorarse este tipo de singladuras, por lo que no cabe perder un minuto de tiempo.

El marchamo de la Unesco puede contribuir a paliar la triste situación demográfica y económica de la zona más deprimida del oeste zamorano y de la propia frontera portuguesa. Sería inaceptable un fracaso más que convirtiera el potencial de las Mascaradas en otro triste espectro de proyecto del que se habla sin que nadie actúe.