El resultado de la convocatoria variará luego en las cifras que proporcionen unos u otros, los sindicatos, la patronal y el Gobierno.

Y si desde los sindicatos no cesa la propaganda animando a los trabajadores a secundar el paro -a cerrar Zamora instan aquí los convocantes cuando Zamora lo que necesita es abrirse a todos los vientos y caminos- también desde el lado contrario los empresarios han tomado posiciones en defensa de sus intereses pues estiman que la huelga, en estos tiempos de aguda crisis, causará unas inadmisibles pérdidas que añadir a la ya mala situación que se atraviesa. Lo primero que se ha hecho, como siempre, es pedir garantías a las autoridades para que ese día vigilen y controlen la actuación de los llamados piquetes informativos, garantizando el pleno derecho de los trabajadores a acudir a sus centros y lugares de trabajo, un derecho tan constitucional como el que tienen los trabajadores que en el mismo uso de su libertad decidan secundar la huelga. Llama la atención en este sentido la decidida actitud de la Cecale, la confederación empresarial de Castilla y León, y más en concreto aun de la cercana CVE, la confederación de empresarios de la vecina Valladolid, la capital de la región, que ha pedido a sus afiliados que graben en vídeo en sus móviles la actuación de este tipo de piquetes para proceder a su denuncia si se hiciera preciso con testimonios gráficos que serían colgados en internet en la página web de la asociación y servirían de prueba para la reclamación de daños si llegaran a producirse. Además, la organización empresarial pide a sus asociados un riguroso control del absentismo laboral en días previos. Para el presidente de los empresarios vallisoletanos, la conclusión es clara: la huelga no va a resolver ningún problema ni, por supuesto, va a servir para crear empleo.

La reacción por parte de los sindicatos ha sido la que cabía esperar: tachar de antidemocrática la postura del mandamás de la patronal al que vienen a descalificar asegurando que sería feliz en la dictadura, como ha dicho un dirigente sindical. Lo de siempre, o sea: el que no piensa como ellos es un fascista, y ya está. Así que solo queda esperar, en cualquier caso, que la huelga se desarrolle en paz y de manera civilizada y responsable por parte de todos, sin enfrentamientos ni incidentes entre unos y otros, garantizándose por parte de las autoridades la libre decisión de los trabajadores y el ejercicio de las libertades de los ciudadanos, así como el riguroso cumplimiento de los servicios mínimos acordados. Tanto los empresarios como los sindicatos están estrictamente obligados a respetar la voluntad soberana de los trabajadores y de la ciudadanía en general, sin presiones, coacciones, amenazas u otros recursos más o menos habituales. Luego ya se verá en la calle si la huelga es un éxito o un fracaso.