Pues ha caído. Bueno, no; va a caer. 324 millones de euros del anticipo del 50% de las ayudas PAC llegarán a Castilla y León a partir del 16 de octubre, 32 millones del ala, nunca mejor dicho, para agricultores y ganaderos de la provincia de Zamora.

La Consejería de Agricultura de la Junta ha gestionado el adelanto de las subvenciones -dos meses respecto a otros años- que supone un balón de oxígeno para el sector, machacado, violado y estrujado como nunca, que ya es decir. Uno que lleva mil años en esto de informar de lo que sienten los campesinos, nunca como ahora había visto el panorama tan tono carboncillo. Entre agricultores y ganaderos, el que más y el que menos está contando los días que le quedan para la jubilación, aunque, según están las cosas, lo de las fechas es una quimera.

Que le pregunten a ganaderos de ovejas y cabras, sí, sí a estos que aparecen aquí al lado, a la izquierda, que cobran menos por la leche que hace cinco años. El otro día me lo decía un criador de cabras: «Cuanto más producimos más perdemos». Qué triste. Qué tragedia.

Nunca pensé que lo iba a decir, pero ahí va: gracias a la PAC, el campo sobrevive, de mala manera, pero sobrevive. Casi la mitad de la renta agraria provincial viene a caballo de las ayudas comunitarias. Si cierran el caseto de la PAC en 2013, el campo se chamusca definitivamente. ¿Y de qué va a morir? Pues eso, de inanición, de aburrimiento, de pena, que las cosas importantes siempre lloran antes de desaparecer.

Conozco a un ramillete de agricultores y ganaderos. Tienen mi edad o más. Ninguno de sus hijos quieren quedarse en el campo, ni sus padres, claro, quieren que lo hagan. A ver si alguien se da cuenta de que esta es la gran tragedia nacional. Mientras tanto, a cobrar las subvenciones.