Dicen las crónicas antiguas que el rey Tutankamón y la reina Cleopatra las usaban. Desde entonces, en sus miles de formas y modelos no han dejado de utilizarse por los seres humanos durante la época estival y en los países del trópico donde el calor es constante.

Sin embargo, a tenor de lo que reconocen los especialistas en medicina podriática, médicos y podólogos, las sandalias constituyen el tipo menos recomendable de calzado, porque son terribles para los arcos plantares, no dan nada de apoyo y no protegen los pies. Según tengo entendido, este año ha sido fatal para los pies, tanto de hombres como de mujeres, tras el uso y abuso de las sandalias, a tenor de lo que cuentan los especialistas. Ha hecho mucho, demasiado calor y, unos pies sudorosos parecen recomendar su desnudez a través del uso de las socorridas y ventiladas sandalias. Craso error.

He consultado al podólogo zamorano Manuel Poyo Pérez, profesional de amplia trayectoria y gran conocedor de la morfología del pie, quien no me ha dado precisamente buenos informes sobre el uso de ese tipo de calzado que, indudablemente, es para el verano pero que según Poyo Pérez, machaca los pies. Me comentaba el conocido podólogo que los problemas de los pies suelen ser continuos todo el año, enumerándome como los más habituales los callos, las durezas, amén de otros problemas de distinta índole.

Con la llegada del calor y el buen tiempo, las sandalias se convierten por lo general en el calzado más usado aunque, en opinión del especialista no siempre se cumplen los requisitos imprescindibles antes de su utilización para evitar problemas posteriores con los pies. Así tenemos que a las infecciones propias de la época estival que hemos dejado atrás como hongos, papilomas y problemas en las uñas, hay que añadir el uso continuado de ese calzado tan fresquito y tan problemático a la vez. En opinión de este podólogo zamorano el uso de sandalias modifica la manera de caminar, lo que puede producir dolor desde el pie hasta la cadera y la parte baja de la espalda. Además de afectar directamente al pie, el tobillo y las piernas sufren también sus consecuencias.

Este verano que acabamos de dejar atrás se ha hablado mucho de ello pero la verdad es que no se ha tenido en cuenta. Ahora es cuando las sandalias empiezan a pasar factura. No es que se recomiende dejar de utilizarlas pero sí que su uso sea temporal y no continuado. Habida cuenta de que las sandalias son para el verano, el próximo, si Dios quiere, volverá a ser el calzado elegido por la mayoría masculina y sobre todo femenina, en número plural. La visita al podólogo será obligatoria en otoño.