Suelen los poetas poner sordina de serena melancolía al recordar sus encantos. Porque la belleza otoñal, como las sienes grises y la hierba de otoño, tiene fecha corta de caducidad. Tal vez por esto, sorprende el romántico sentimiento de Pío Baroja cuando en «Crepúsculos de Otoño» lo compara a la «dama aventurera saciada de amores y de frutos». Sin embargo, el calendario nos lo presenta como tiempo de la gran esperanza; «autumno vergente», avanzado el otoño, invita a celebrar el Adviento del mayor acontecimiento de la Historia. No sólo el verdor primaveral; también el amarillo es color de esperanza y amarillos son el crisantemo, flor emblemática de la penúltima estación y los pámpanos cuando ya no tienen que proteger la uva.

Los meteorólogos pronostican un otoño templado: no hay pues, que asustarse del tremendismo de Zorrilla que parece un anticipo de moderna crónica de sucesos: «...el ábrego los árboles sacude, -de roncos cuervos el siniestro bando- a los peñascos cóncavos acude».

Menos lobos, don José, parece pedirle el meteorologista por boca de gesticulantes presentadores y presentadoras de televisión que hacen aflorar la simplicidad o simplonería del benemérito «Hombre del tiempo». La cosa es que se advierte una contradicción manifiesta : anuncian templanza al tiempo que ponen a las Canarias en alerta amarilla roja para La Palma y el Hierro donde el agua volverá a posesionase de los barrancos. Pero el otoño no ha hecho más que empezar y queda todo el tiempo para que se cumplan los pronósticos de bonanza. ¡Ojalá que así sea y que todos lo gocemos! Además la meteorología podrá recuperar la credibilidad que parte del personal le escatima; hay quien confiesa creer en la lluvia anunciada sólo cuando se moja. Como suele ocurrir, los pájaros se tiran a los escopeteros: la descreencia religiosa fomentada por algunos eminentes científicos, parece revertir en cierto modo a la ciencia a la que le crecen los agnósticos; «en realidad no es más fácil convencer al lego de ciertas teorías científicas que de dogmas religiosos; en ambos casos ha de creer en lo que ni ve ni comprende.

Así que en el aspecto climático podemos esperar un otoño confortable. Probablemente el otoño político sea demasiado caliente y tormentoso. Se nos antoja ingenuidad pueril exigir a los partidos templanza y buenas maneras en época electoral siempre propicia a enconar heridas y a entablar nuevas contiendas dentro y fuera de casa, aduciendo motivos reales o inventados. ¿Qué hay de cierto en la denuncia de la señora Cospedal contra supuestas prácticas policiales de Pérez Rubalcaba? La Junta de Andalucía va a entregar 1.800 euros a las mujeres que declaren haber sufrido vejaciones en el franquismo; no es necesario que lo documenten, basta con su palabra. Se les recompensara por los rapados, tomas de ricino y escarnios. ¿Que recompensa merecen las mujeres interrogadas en las checas, las violadas, las monjas asesinadas durante la guerra civil? La Oposición -a la que estamos tuerta- interpreta la generosidad partidista de la «muy boyante» Junta de Andalucía como compra de votos.