Empezaba a difundir el fascinante mundo de las hierbas en el que se mueve y fui su partenaire radiofónica durante algunos años, en un programa que concitó el interés de la audiencia porque todo lo que decía Simón era altamente interesante. Volvimos a encontrarnos en un recodo del camino de la vida, gracias al oro rojo que embotella en Valbusenda, una bodega que empieza a hacer camino al andar consiguiendo los más importantes galardones.

Ya entonces, escribí admirada sobre la obra realizada por el arquitecto Leocadio Peláez, una maravilla de la arquitectura, y por todo lo que a lo largo de toda una mañana me había mostrado Simón con fe ciega, con interés, con verdadera ilusión. Se me antojaba un niño con zapatos nuevos. Mateo, su hijo y su continuador, está hecho de la misma pasta que su padre. Me enseñaron, todavía en construcción, lo que el pasado día 16 inauguraron por todo lo alto: el hotel-spa de cinco estrellas que logró convocar a multitud de zamoranos.

Aquello que admiré en construcción ha sido superado con creces por la realidad en que se ha convertido el hotel en el que Simón y su socio, Félix Revuelta, han puesto tanto empeño. En esta provincia sólo hay dos hoteles de cinco estrellas. Eso es la mar de significativo. Puede muy bien decirse que allí todo es perfecto, que allí todo es armónico. Hay como un halo de distinción y buen gusto rodeando desde la primera a la última piedra. Desde el primero al último utensilio de los que hacen más agradable el estar en sus habitaciones.

Yo me alegro enormemente por Simón. Un hombre capaz de hacer realidad sus sueños. Un trabajador nato que nunca se ha dormido en los laureles. Porque nadie le ha dado nada, se lo ha currado como el que más de forma incansable, sabiendo siempre lo que quería y hacia dónde deseaba enfilar la proa de la nave de sus sueños. No sólo ha hecho de Gartabo y de sus fabricados de hierbas un referente en el mundo de la dietética sino que también empieza a serlo en el hermoso y sugerente mundo del vino y en el no menos sugerente y atractivo mundo de la hostelería.

Qué buena pareja, en el sentido profesional, han hecho Leocadio y Simón. Y qué buen remate han conseguido tras la realidad que, hoy por hoy, es todo el complejo que se levanta en la zona. Un atractivo más que añadir a la Zamora que todos queremos ver a rebosar de turistas, de inversores, de gente con fe en las posibilidades de esta tierra, más allá de los políticos y su política. Enhorabuena, Simón querido. Extensiva a Mateo, a tu mujer, a toda tu familia que siempre ha sido pilar de tus sueños.