Desde que comenzó el reparto nacional, uno de los ejes más y mejor definidos de la Península ha sido ignorado desde las altas esferas por esa fatal división de la triste Transición, que desearíamos que hubiera sido transitoria. Se han realizado y se están realizando obras de envergadura, con criterios puramente decimonónicos, como es el centralismo marcado por las redes de las capitales. Basta una mirada detallada a un mapa de antaño para observar las barbaridades que se han cometido.

Ahí está el eje de León a Burgos, prácticamente olvidado. Parece que un eje que une cuatro reinos no merece la pena porque son tres y el de la pandereta. Y todo gracias a la soberbia y al grado de infinita vanidad que sostiene, ostenta y extiende la capital de nuestro reino de taifas.

Pero la culpa no es solo de la capital, la tienen y la han tenido desde diciembre de 1978 la continua serie de irresponsables que desde los distintos planos y colores no han hecho más que sobrevivir a la gloria de sus continuas irresponsabilidades y gozar de la gloria de su inutilidad. Solo así se explica el cierre del ferrocarril de esta zona Oeste, y así desde la fecha citada, no nos queda más salida que comparar a esta lista de irresponsables que tienen cierto parecido con las patatas, que todo lo bueno lo tienen bajo la tierra.

Ya sabemos que no llegamos a doscientos mil habitantes y sin embargo nos permitimos la vergonzosa estadística de ser los primeros en esa relación. Pero estamos donde estamos y en esta olvidada, despreciada y humillada provincia caben las tres provincias vascas más Pontevedra y pueden permitirse el lujo de bailar el «Bolero de Algodre» sin molestarse lo más mínimo. Eso sí y a pesar de ser una danza de bodas llegada hasta aquí con la Batalla de Guadalete se baila con traje típico de nuestra tierra. El miedo guarda la viña y cada uno tiene el que puede.

Aún nos queda esa poca desvergüenza de la frontera, otro pecado que arrastraremos todos desde los tiempos de don Francisco, olvidándose desde entonces todos de que en la zona Oeste hay un problema pendiente de resolver y espero que un día no lejano surjan a ambos lados suficientes ciudadanos sensatos para cantar un «Basta ya».

Trasmontanos, alistanos y sayagueses, también sobre vosotros pesa la tremenda responsabilidad de no cantar un «Viva la Unión». Lo demás vendrá por añadidura. Todo es cuestión de tiempo y esto, desde luego, es lo único que nos dan gratis. Lo demás nos lo cobran.