Razón no le falta si nos atenemos a las consecuencias del tabaco en los fumadores activos y en los pasivos. Nunca he fumado y siempre he sido muy tolerante con los fumadores, pero reconozco que donde veo humo no entro, donde huele a tabaco me alejo y que cada vez soporto menos ese vicio que, encima, es de los otros. Los lemas que figuran en las cajetillas deberían hacer desistir al más pintado, pero ni por esas. Hay uno en concreto que señala: «Fumar puede dañar el esperma y reducir la fertilidad» y que no es ni una amenaza para animarles a dejar el hábito ni una frase para asustar a los fumadores. El asunto este del esperma, la fertilidad y el tabaco es una realidad contrastada. Dos estudios recientes (qué sería de nosotros sin estos y otros estudios) aportan nuevas claves sobre cómo los cigarrillos disminuyen seriamente la posibilidad de concebir.

Los varones, sobre todo, siempre que hablan, usted ya sabe lo hacen del tamaño o de la cantidad, cuando lo realmente importante es la calidad. Algunos hombres son como algunos pescadores, pescan un pececillo insignificante, empiezan a alargar el tamaño con los brazos extendidos y como si hubieran pescado un tiburón. Pues bien, sepan los caballeros y las señoras en edad de merecer que, para los científicos, el tabaco es uno de los responsables de la pérdida de la fertilidad y la ausencia de calidad en el esperma que las sociedades han experimentado en los últimos años. Una de cada ocho gestantes fuma, aunque también hay que reconocer que la cifra se va reduciendo poco a poco. Entre el acoso y derribo y lo que el tabaco hace con el feto, el sentido común y la prudencia acaban imponiéndose.

En todo lo dicho, los hombres también tienen su parte de responsabilidad. Los varones fumadores tienen menos protaminas (que son las proteínas que juegan un papel clave en la formación del semen) que los no fumadores. La concentración de las protaminas en los fumadores baja de tal manera que ello contribuye a la menor calidad del esperma. Y eso no puede ser ni bueno ni aconsejable. Y no sólo para el varón, sino también para la descendencia. Alcohol y tabaco en cantidades casi industriales machacan la salud. A veces la repercusión es tardía pero acaba pasando factura. Fíjese si no en Michael Douglas. Se le ha diagnosticado cáncer de garganta. Ha sido valiente y ha recocido que el alcohol ingerido y el tabaco fumado han sido parte determinante para que ahora esté pasando por un auténtico calvario. En el mejor de los casos y tras ser operado, Douglas puede perder el sentido del gusto y el del olfato. Digo yo que si también perderá su conocido gusto y olfato por las mujeres bonitas. Claro que Catherine Zeta Jones, su actual mujer, lo es.

No sé si fumar será un placer como recordaba el cuplé aquel, yo nunca le he visto el placer por ninguna parte, sí es un incordio de tomo y lomo, para la salud, para el esperma y para la fertilidad. Y no se trata de un cuento. Simple y llanamente es una realidad.