Que no se enteren mis jefes pero en la última semana lo que me tiene ocupada la cabeza no es el caso Brugal ni las primarias del PSOE ni la huelga del día 29. No. Como muchos, una anda toda la semana liada con papeleos, colas y compras por el inicio del curso de los retoños hasta el punto de que he decidido cogerme el próximo año parte de las vacaciones a principios de septiembre para evitar un síncope. Hasta cuatro días de colas para matricular al peque en el instituto cogiendo número como en la pescadería mientras ves que te dan las once y ni de broma llegas a una hora decente al trabajo. Dos horas buscando las fotos de carné que te dieron el año pasado en el cole del niño para, harta de buscar, acabar llevando a la criatura al fotomatón para adjuntar las dos fotitos de la matrícula; llevarlo al médico a la revisión escolar porque, por manta, lo has ido dejando y te ha pillado el toro; sacarle el DNI porque hay que adjuntar una copia aunque la criatura sólo tiene 12 años; ir al banco para pagar las tasas; rellenar los impresos de matrícula, el del APA, el permiso para que saquen al crío en la web del cole, el de aceptación de las normas interiores; revisar las líneas del bus escolar a ver cuál te interesa, buscar las notas del año pasado... ¿Pero esto no lo hice ya en mayo, o fue con la otra?... puf. ¿Y los libros? Aquí las colas son aún peores. Una hora en el centro comercial para que te digan que vuelvas el lunes porque se les han agotado los de mates y hay que esperar otra remesa. Luego, ayúdale a forrarlos porque a él le salen más bultos que a un paisaje lunar, lava la mochila para descubrir que tiene un asa rota y hay que ir a por otra nueva; devuelve las cinco libretas que compraste del chino porque los cuadritos no son del tamaño requerido. Y luego está la otra que ya se apaña sola el papeleo pero que anda esperando desde hace más de una semana que la llevemos con el coche a por sus libros porque dice que pesan mucho para traerlos en autobús. Cierto.

Los que aún podemos medio escaquearnos alguna hora entre unas cosas y otras para hacer todas estas gestiones, tira, pero ¿cómo lo hacen quienes trabajan de 8 a 1 y de 4 a 8? ¿Y quiénes tienen tres de distintas edades a los que apañar estos días? Por no hablar del desembolso económico que ya aburre por lo inevitable. En fin... menos mal que casi se ha acabado. Pero aún queda este fin de semana una última tarea: empezar a hacerles terapia porque has leído que lo del inicio del curso a los niños les estresa mucho... pobrecitos.