Fue San Vitero, ya hace siglos, punto comercial y referencia en los mercados transfronterizos de ganado entre España y Portugal del «Cristo de Marzo» (san José) y el «Cristo de Septiembre» (santa Cruz) a donde los ganaderos alistanos llevaban sus terneros a la feria y allí eran adquiridos por tratantes portugueses que en Trás-os-Montes los cebaban para luego exportarlos a Brasil e Inglaterra convirtiendo los duros en diez pesetas. Ha llegado la hora de meterse en la cabeza que los tiempos del carro y el arado ya pasaron, que el futuro pasa por la alta calidad, que a la «Alistana» le sobra, y por saber vender. Alemania y su Selva Negra será la primera morada más allá de nuestras fronteras de las pura sangre de vacuno, en el País Vasco se pegan por nuestros bueyes «Alistanos» y presumen de su nobleza y fuerza, mientras en Toledo enamora su carne. Calidad, sabor y ternura son bondades y cualidades de nuestras exquisitas carnes. Por desgracia andamos como tres con un zapato, vemos la aguja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, con lo fácil que es unirse y tirar del carro en la misma dirección. Si somos capaces de producir manjares de alto «standing», de eso no hay duda, está claro que la Alistana tendrá futuro y generará beneficios para quien más se lo merece: los ganaderos. No llega a la meta deseada quien más corre, sino quien sabe hacia donde va. E ahí la cuestión paisanos.