Esto de derivar de la nada (en versión del profesor Dr. Stephen Hawking, con su propuesta de «El gran diseño»), nos trae a colación que, en nuestro actual presente, que tenía que ser, en principio, imaginado en el pasado, tanto próximo como remoto, y por ello programado en nuestros paleofuturos. no estuvo en la mente de nadie, pues nadie, al no existir naturaleza alguna, nos pudo imaginar, lo cual nos llegaría a situar en una pretendida/supuesta/ocasional prolongación de la improvisación, donde lo estocástico apenas se tendría en cuenta, y además, puede que también, las teorías sobre el caos quedarían en mantillas.

La flecha del tiempo, que se argumentó en aquellas reuniones de Huelva (en las cercanías de las playas de Mazagón), es posible que sufra alguna quiebra ya que de aquella amplia observación/visión/posibilidad que se elucubró del viaje en el tiempo, después de las últimas aportaciones, en lo que se cuenta, aún a retazos, sobre «El Gran Diseño», parece claro que sólo se podría, en un suponer teorético, llegar hasta donde se ubicaba la nada.

La pregunta, desde la razón, es directa: ¿Qué tuvo que acontecer para, desde la nada, empezar algo? Si, como ejemplo, la longevidad de las personas se asocia a la protección de los cromosomas por los telómeros (según la Dra. Blackburn), es decir concatenamos hechos físicos, ¿dónde concatenamos/anudamos/enlazamos la nada?, ¿cómo podría hacerse tal enlace?, ¿cuántas veces se podría hacer el enlace?...

De aquella postulación en la triple flecha del tiempo («Son la flecha termodinámica, la dirección del tiempo en la cual el desorden aumenta; la flecha psicológica, la dirección del tiempo según la cual recordamos el pasado y no el futuro; y la flecha cosmológica, la dirección del tiempo en la cual el universo se expande en vez de contraerse») ahora se nos dice (¿es así el relato?) que se inicia vectorialmente en la nada.

La deformación/deriva entrópica del sistema físico (ahora, y por el Dr. Stephen Hawking, comenzando desde la nada) en el que estamos inmersos, está suscitando interrogantes a cada momento, que los científicos -y por el método científico de prueba/contraste/valoración- tratan de escudriñar, en aras de la interpretación racional de nuestro mundo, donde ya se asume que, por la vía científica, puede ser el camino a seguir, y donde, en principio. todas las aportaciones pueden ser interesantes e importantes para definir el modelo de nuestra realidad física.

Conviene recordar que los modelos físicos no son, a lo largo del proceso histórico, algo estático y sí, más bien, objeto de amplia dinámica intercambiable y convivencial que, desde hace tiempo, persigue la idea interpretativa del mundo con un modelo único.

Una vez que alguien, en este caso el Dr. Stephen Hawking, ha abierto una vía posible de interpretación de nuestro cosmos, que es un posible, ¡o seguro!, reto a la comunidad científica, viene la parte en que ésta lo hace objeto de su análisis y empieza, desde el sosiego de la actividad científica, a dar las cualificadas respuestas.

La propuesta sobre el origen cosmológico desde la nada, que parece se atribuye el Dr. Stephen Hawking, puede que tenga otras concomitancias y en función de otros supuestos no científicos, y esos otros supuestos, en nuestro parecer, deben merecer todos los respetos y consideraciones. La verdad científica, cuando se llegue a ella, no tiene por qué, de forma apriorística, ser opuesta a otras verdades no científicas.