Una tarde cualquiera de este mes de septiembre que llega quejumbroso comenzará el viento del oeste a exigirnos de vez en cuando prendas de abrigo. Ya no se podrá ir a todas horas cara al sol y con la camisa abierta ni las chicas en minifalda estival. Tal vez esto no quiera decir que vaya a empezar el otoño tan pronto; sólo presentará su tarjeta, de visita y de pronta llegada, como un generoso anticipo que nos va a dejar ver de algún modo su previsto programa de lluvias, frescas ventoleras o grises borrascas.

No podemos saber con certeza, al acercarse el otoño, si antes, hace años, se podía vivir apaciblemente con el amparo sentimental más del pasado que del porvenir; ni siquiera conocemos si se vivía más o menos al día, como hace hoy casi todo el mundo. Lo que sí podemos percibir ahora es que se vive sin gozar bien de lo que está ocurriendo y se piensa más, por desgracia, en lo que puede o va a pasar.

Acabo de recibir -supongo que como casi todos- publicidad ofreciendo para el próximo invierno y próxima primavera ofertas de viaje, justo cuando se ve que está acabando el verano y llegan las preocupaciones de todo principio de curso, de vacunaciones, de pago de libros de texto, de nueva ropa, de adelantados preparativos, muy anticipados, de la Navidad y de Año Nuevo. Y todo ello aderezado de todos los inconvenientes que depara cada año el otoño zamorano con sus catarros, gripes y demás dolores o dolorcillos articulares incómodos. Y la verdad así no hay quien pueda disfrutar de esta temporada amable del mes de septiembre.

Para más INRI, las casas de moda y los modistos y diseñadores, así como las grandes superficies comerciales, nos anticipan la ropa y los modos de la primavera 2011, los políticos nos preparan para los escurridos presupuestos, que ya sabemos cómo llegan con los nuevos impuestos emanados del gobierno y para sus próximas elecciones. Podemos decir de modo general que ya nos han metido en precampaña electoral. Por su parte, las marcas de automóviles nos cuentan sus proyectos del 2011 en cuanto a berlinas, familiares, furgones y furgonetas. La única excepción a estos adelantamientos es la conocida de la Justicia y de las Administraciones varias -central y autonómicas- que no adelantan nada para seguir su tradición de siglos. Lentas como apisonadoras (¿hay quien se acuerde de ellas saliendo del garaje de Obras Públicas, en la avenida de Requejo, entonces avenida de Italia, lugar en que hoy se encuentra la Comisaría de Policía Nacional?)

Debería preferirse hablar más de hoy que de mañana porque en cuanto nos descuidamos mañana es ya hoy y si agua pasada no mueve molino, sí lo mueve el agua que está pasando. No queramos discutir del futuro, como ya no discutimos del pasado. La vida es por sí misma un soplo y algo se nos hurta si no hacen más que ponernos delante el porvenir, que por cierto en estos tiempos no se ve nada risueño. Sólo los niños y adolescentes podrán considerar que el tiempo es una tortuga; sabemos los adultos que el tiempo pilota un Fórmula Uno. Para hablar del mañana, ¿no sería mejor que nos durmieran hoy para dejarnos soñar un poco? Ya está bien de realidades oscuras…

Una tarde cualquiera llegarán los vientos del Atlántico atravesando Galicia y Portugal y nos traerán el otoño y después, sin que nos demos mucha cuenta, nuestro invierno, ese largo y lóbrego invierno zamorano. Menos mal que a veces, por capricho del azar y de la meteorología, tarda en llegar y nos sorprende.