Me gustan algunas ideas que se han propuesto estos días para revitalizar el casco histórico de la capital. Entre las más llamativas se encuentra sobre todo la creación de un mercado artesano semanal en Balborraz. En otras ciudades españolas ya se celebran iniciativas semejantes con resultados positivos. Yo iría, sin embargo, un poco más allá y complementaría el futuro mercado artesanal con otras iniciativas populares que aquí aún no hemos ensayado. Me viene a la cabeza el Rastro de Madrid, ese mercado al aire libre que se organiza los domingos y festivos en el centro histórico de la capital de España y que, cuando yo lo visitaba hace ya algunos años, ofrecía una estampa multicolor. Como las mañanas de los domingos son un poco sosas en Zamora, creo que necesitamos iniciativas que saquen a la gente a la calle, que sirvan para saborear el casco histórico y, ya de paso, que contribuyan a dinamizar la economía de una de las zonas más emblemáticas de la capital.

Parece ser que, además de Balborraz, el Castillo y el Parque de San Martín se van a convertir también en referencias fundamentales para la dinamización económica y social del casco histórico. Del Castillo no diré nada porque, desde su rehabilitación, se ha convertido en un punto estratégico no sólo para los turistas que llegan a Zamora sino también para muchos residentes de la capital que gustan (o gustamos) acercarnos hasta los jardines y contemplar, a veces sin entrar, los muros de piedra o, simplemente, las maravillosas vistas sobre el río Duero. ¿Y qué decir del Parque de San Martín? Si ustedes pasean por la zona, se encontrarán con que ya ha empezado la remodelación de la plaza. Según tengo entendido, se pretenden recuperar las zonas verdes y de ocio y crear espacios de actividad expositiva en esa plaza. ¿Y cómo se está realizado la necesaria, imprescindible y urgente rehabilitación? ¡Levantando las piedras que hace apenas unos años coronaron el firme del nuevo aparcamiento subterráneo que, para desgracia de muchos zamoranos, destrozó una de las plazas más coquetas de la capital!

La imagen que ahora ofrece el Parque de San Martín es una metáfora de las obras mal planificadas en esta ciudad y, sobre todo, un ejemplo del uso inadecuado de los fondos públicos. Cuando se planificó el parque subterráneo en la zona por parte de las anteriores corporaciones municipales del Partido Popular, algunos nunca entendimos que se tuviera que desmantelar una plaza emblemática para construir un aparcamiento subterráneo. Entonces se dijo que el nuevo aparcamiento iba a dinamizar la zona. Y no ha sido verdad. Todo lo contrario: la plaza se convirtió en un erial pedregoso, en un espacio sin encanto y en una plaza insufrible para los vecinos o turistas por los riesgos del calor. En resumen, la plaza de San Martín se destruyó y nadie pagó por una irresponsabilidad urbanística de tan nefastas consecuencias. Ahora volvemos a gastar el dinero de los ciudadanos, es decir, el suyo y el mío, para quitar las piedras del suelo que se pusieron hace apenas cuatro días. Al menos espero que la nueva plaza quede como Dios manda, porque cada vez que paseo por ahí el alma se me cae al suelo.