Cuántas veces nos hemos lamentado del declive de nuestro casco antiguo sintiéndolo con mucho dolor de corazón pero, por los resultados contumaces, parece que con poco propósito de enmienda. Al fin y al cabo es la otra cara de la misma moneda que representa el urbanismo desaforado de nuestra ciudad. Pero para los que todavía no están convencidos de las afirmaciones citadas, sólo basta echar un vistazo a los datos estadísticos tales como los bajos índices de ocupación de las viviendas de la zona, de su mal estado de conservación y de la baja cantidad y calidad de sus equipamientos. La realidad es más bien amarga. Y sin embargo parte de ese casco antiguo es lo más preciado de la ciudad aunque se haya visto reducido muchas veces a un papel digamos escenográfico. Por eso es fundamental empezar por conocer lo que hay detrás de esas paredes de sus edificios y qué medidas pueden servir para parar su decadencia, para que vuelvan a ser marco de vida de sus ciudadanos.

No han sido nada afortunadas las actuaciones urbanísticas en que se han sustanciado los distintos Planes Generales y de Protección del Casco Antiguo y vigentes desde los años de la mitad del siglo pasado. Hasta entonces, las nuevas Zonas de Ensanche se habían ejecutado con arreglo a los nuevos patrones de vida que demandaba una burguesía acomodada y que se basaba en pequeños bloques de vivienda exentos o unifamiliares apropiados para los grandes solares del extrarradio (llamadas josas) y que permitieron hacer la provisión de equipamientos. En los espacios centrales de la ciudad, una nueva clase de comerciantes demandaba formas de la vida burguesa y para ello se cambia la tipología de comercios y viviendas, con escaleras y portales separados, y con arreglo a estos nuevos datos se basará la remodelación de las calles Sagasta, Viriato y Benavente que, al día de hoy, siguen constituyendo buenos ejemplos de calidad urbana.

Pero a partir de los años 50 la promoción inmobiliaria cambia de signo ya que aprovecha el filón que suponían los grandes solares procedentes de equipamientos extinguidos tales como el Cuartel Viejo, la Maternidad de la calle del Riego, el antiguo Convento de las Marinas, el colegio Corazón de María, el solar de Iberduero en la Plaza de Magistral Erro y el Convento de las Claras. Eran un tipo de actuaciones desconocidas en la escala de esta ciudad y que atrajeron a promotores de fuera, introduciendo formas y tipos novedosos sin relación de continuidad con la edificación existente y que permitían un gran rendimiento edificatorio. Actuaciones que generalmente partían de la máxima ocupación de los solares por la edificación y con los grandes bloques de edificación alineados con los límites de las calles circundantes y con una profundidad de bloque que hicieron posibles las viviendas interiores a los patios resultantes del solar. Estas actuaciones singulares se constituyeron como hitos de una modernidad que rompía con las formas de la ciudad existente y por el tamaño de su volumen edificado y el carácter unitario de la edificación, desapareciendo la multiplicidad con que se había producido la ciudad tradicional. Pero estos nuevos productos edificatorios vienen a convertirse en las marcas de edificabilidad de sus zonas de influencia y eso aún en contradicción con la limitación del tamaño de sus parcelas. Así vemos cómo se ha producido el desproporcionado aprovechamiento de zonas centrales y de su entorno de la ciudad y que sentían más la presión inmobiliaria por renovarse.

El caso más claro y característico de este proceso urbano es la zona situada entre La Lana y la calle del Riego, con un volumen edificado que sobrepasa todos los límites razonables a simple vista por su grado de densificación, que se ha aplicado sin modificar el trazado de sus vetustas y estrechas calles. Es un barrio al que le ha perjudicado, de forma paradójica, su situación central y que por su fuerte renovación ya no admite márgenes de remodelación fácil. No todos los barrios han sufrido esta transformación inducida por parte de los operadores inmobiliarios pero, en cambio, están expuestos a un constante deterioro por el envejecimiento de las construcciones y lo que es peor, a su despoblamiento. No es exagerado afirmar que la ciudad se ha desembarazado de todos los grandes espacios libres de que disponía que, aunque fuesen de uso privado, tradicionalmente sirvieron como recurso que posibilitó los nuevos trazados como soportes de nuevas actividades. Esas posibilidades ya están agotadas en gran medida.

Sobre estos barrios que han estado marginados de la atención de los inmobiliarios y que contienen muchas posibilidades de mejora, tendrían que ser objeto de un tipo distinto del que les espera por parte de los operadores al uso y para ello habría que tantear las posibilidades de actuaciones que busquen la rehabilitación de sus construcciones a partir de formas y técnicas que se deriven de las de raíz tradicional.

Para llegar a tener una visión global del estado en que se encuentran cada una de estas unidades o manzanas se deberían actualizar los datos existentes como el estado de las edificaciones, el grado de ocupación, el tipo de tenencia, las tipologías de vivienda, su grado de equipamiento, etc. Pues a partir de esta información podría hacerse una selección entre las unidades de actuación previstas en el Plan para llevarlas a cabo. Con la rehabilitación de las viviendas se trataría de buscar la regularización de las alineaciones interiores de los patios, buscando el esponjamiento de estos espacios interiores, de la regulación para su uso público o semipúblico y de cómo resolver el aparcamiento de vehículos. La rehabilitación se haría utilizando las técnicas y formas constructivas de las construcciones originales y se procedería de la misma manera con las morfologías de sus fachadas. Estas actuaciones sólo serán posibles con una financiación adecuada en función del promotor, ya sea público o privado, y programadas por el Instituto del Suelo de la Junta o departamento similar. El Ayuntamiento deberá contar para ello con personal que esté identificado con este tipo de gestión y, lo que es muy importante, que tenga apoyo político y cuente con la confianza de sus jefes.

El tipo de actuación en cada unidad puede tener características muy diversas. Así tenemos como posible unidad la manzana frente al puente de Piedra y que engloba el museo Provincial. Otra posible es la que se agrupa en torno al Centro de Interpretación Medieval. O la propia ordenación de la Plaza de la Catedral, con las propuestas de nuevo trazado y edificaciones. Y así otras tantas propuestas de distinto alcance que podrán llegar a sustanciarse en sendas modificaciones del Plan y que en este momento sería ocioso exponer.