El alcalde de León no nos quiere. El vicealcalde, sí. El alcalde es el socialista Paco Fernández, también secretario general del PSOE en esa provincia. El vicealcalde es Javier Chamorro, también presidente de la Unión del Pueblo Leonés (UPL). Ambos gobiernan en coalición el Ayuntamiento de León. Chamorro se destapó el otro día con el anuncio de que su partido estudia la convocatoria de un referéndum para que el personal se pronuncie sobre la posibilidad de que el País Leonés sea una comunidad autónoma, al margen de Castilla. Asegura que se lo piden las bases, sin esconder que la propuesta aflora por mimetismo de las consultas independentistas que estos días vienen celebrándose en bastantes municipios catalanes. La ocasión la pintan calva. Así que los periodistas, que siempre andan hurgando en las pupas y buscando carnaza, le han pedido al primer regidor que valore la iniciativa de su segundo en el «staff» municipal: «Yo votaría a favor, pero de una autonomía uniprovincial y no en conjunto con Zamora y Salamanca, como propugna la UPL», ha dicho sin despeinarse en la COPE.

Ante semejante notición, que al menos se brinda como una percha ideal para avivar la polémica leonesista, me extraña un montón el silencio del Prepal y que el jefe Iglesias Carreño no haya salido a la palestra aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, con perdón. A lo mejor es que no lo ha visto muy claro. No olvidemos que hasta hace muy poco el leonesismo de la provincia del norte, incluida la decadente UPL, tampoco quería saber nada de Zamora y de Salamanca. Y en realidad la marca «País Leonés» ha sido durante decenios exclusiva del regionalista y profesor zamorano, que la ha defendido contra viento y marea, sin vaivenes estratégicos y con una convicción a prueba de bombas, aunque con escaso éxito a tenor de los resultados electorales. No acabo de entender por qué calla ahora ante semejante oportunidad para meter baza en la discusión, para posicionarse ante la eventualidad de ese hipotético referéndum y para enviarles algún viaje a los socialistas leoneses -o al menos a su alcalde-, que en esto de la configuración autonómica tan pronto dicen so como gritan arre.

Calla Francisco Iglesias Carreño, pero en cambio me envía un ensayo publicado en la revista de ciencias sociales «Aposta», titulado «El caciquismo en la España reciente. El caso de Castilla y León», firmado por un investigador de la Universidad canaria de La Laguna. Ya que no sé interpretar su silencio, pruebo a leer entre líneas el estudio. Son 31 folios, con capítulos dedicados a la cuestión de Segovia, la cuestión de Burgos, la cuestión de León (plagado de referencias al Prepal), al regionalismo y al provincialismo, al caso Zamora y a la naturaleza caciquil de los partidos nacionales (diez páginas para los Asajos, Antolín, Aguirre y compañía). Muchos datos, alguna literatura y conclusión: «Permanencia del caciquismo en la España presente? que ha conseguido sobrevivir y extender sus tentáculos por las instituciones. El caso concreto de Castilla y León pone de manifiesto algunas de sus particularidades: las pugnas territoriales, la complejidad política, la corrupción y la lucha por el poder local. Se trata de viejas oligarquías con modos de actuación casi feudales que, asombrosamente, siguen formando parte del sistema político español actual». ¿Querrá decir esto que el alcalde de León no nos deja meter la cuchara para quedarse él como virrey del corralito y darse él solito el atracón? (No pretendo ser críptico; es que no me entero de nada).