Don Gaspar de Arabaolaza es una de las personalidades del Cabildo de la S.I. Catedral desde su llegada, sin duda como consecuencia de sus valores sobresalientes en el campo de la música, en el que destacaría dentro de lo religioso. Dejó auténticas creaciones en ese campo y otras que por su sencillez y despreocupación, han pasado de mano en mano, aún desconociendo o ignorando su verdadero autor.

Nació don Gaspar en Villareal de Guipúzcoa el año 1885. En octubre de 1908 tomó posesión del Beneficio de Maestro de la Capilla de la S.I. Catedral tras brillantísimas oposiciones y deja constancia ya de lo que será a lo largo de su vida como compositor y como músico. Este cargo lo desempeñó hasta el año 1948 en que tomó posesión de una canonjía de gracia, canonjía a la que fue merecidamente elevado. Fue profesor de Música del Seminario Conciliar desde 1908 hasta 1957 y obtuvo la plaza de profesor de Música de la Escuela Normal de Magisterio por oposición y en 1957 le fue concedida por el Gobierno español la Gran Cruz de Alfonso Décimo «el Sabio» por sus extraordinarios méritos musicales. Falleció en muestra ciudad el 5 de febrero de 1957, dejando un gran espacio en blanco, primero en la música religiosa y en segundo lugar en las aulas del Seminario y de la Escuela Normal, aulas en las que quedó su impronta, lógica consecuencia de su recia personalidad.

Al dedicar este breve recuerdo a quien me examino en la vieja Normal, los restos del monasterio de las Concepcionistas en junio de 1947, no puedo menos de evocar aquella década cargada de incertidumbres para todos, que tuvimos que sobrepasar, olvidar y llenar tantos y tantos huecos vacíos, por la insensatez de unos y la barbarie de todos .

Clérigos y laicos vivíamos bajo el ritmo marcado y don Gaspar en su mundo de las musas en clave de sol de fa, siguió llenando partituras y las grandes celebraciones llenaron de notas el ambiente y atraían la atención de todos en un encuentro cargado de recuerdos y de fe.

Alguna canción popular sirvió de guía en nuestra Normal y su sencillez didáctica nos atraía, fijaba nuestra atención, a pesar de lo elemental del programa, dominaba el ambiente del aula como dominaba la composición y en esas grandes celebraciones en las que sus obras fueron motivo de atracción, lo expresaban con claridad.

Hoy cuando los Amigos de la Catedral dedican su recuerdo al Maestro de Capilla que dejó huella profunda, acaso no debidamente atendida y reconocida, del gran compositor y excepcional músico, celebraremos siempre que a don Gaspar de Arabaolaza y Gorospe se ofrezca el más emotivo y reconocido recuerdo a quien marcó en esta ciudad una etapa difícil de superar. Quede su recuerdo y la obra conocida como testimonio de sus valores como compositor y que en cada celebración se le recuerde como lo hacen estos amigos, se le estudie y comente con el interés y acierto como se merece. De Villareal, de Guipúzcoa, a la Zamora del Duero, el maestro de Capilla y profesor de la Normal dejó su sello impreso en varias generaciones de clérigos y de maestros, suficiente para recordarle con afecto y como homenaje a su memoria.