La tertulia tenía un hada protectora, con nombre y apellido puramente salmantinos y sus raíces en un lugar de Carbajosa de la Sagrada, en el que la historia acumuló a lo largo de siglos ese conjunto de peripecias humanas que constituyen en rigor la historia de los pueblos. Allí nació Conchita Sánchez y las piedras sagradas del saber modelaron su espíritu, enriquecieron sus valores y la convirtieron en ese conjunto de matices, de delicadezas y de encantos, auténtica joya de adorno para la amistad. Las leyes y las carreteras la trajeron a Zamora y aquí dejó su huella de recuerdos, de afectos, de simpatía y de esa hermosa sencillez y silencio que la caracterizaba entre sus amigos. Viajera incansable desde su juventud, en ella se hizo hermosa realidad el pensamiento del Licenciado Vidriera: «Las luengas peregrinaciones hacen a los hombres discretos». Conchita rompió el aforismo del licenciado y mujer, aprovechó sus viajes para enriquecer su espíritu abierto y generoso.

Las líneas de las carreteras, la llevaron a encontrar en sus ocios el camino del arte y en el estudio del incansable Carlos San Gregorio, durante décadas, Conchita definía y daba rienda suelta a su exquisita sensibilidad entre el bodegón y el paisaje, con la misma sencillez y el mismo espíritu de entrega que elaboraba el más delicado o complicado informe.

Y si saltamos a la tertulia diaria de un grupo de amigos, en la que a Conchita no sé cómo definirla, si como el hada de la tertulia o llegando más lejos, como la propia alma de la tertulia. Ella conservaba con su sencillez y su armoniosa voz el equilibrio, siempre roto, unas veces por la impaciencia y otras por la pasión. Ella cambiaba el rumbo sin brusquedades y en el grupo, ella era siempre una referencia en el respeto y en la delicadeza.

A lo largo de los cambios impuestos en los lugares de reunión, nunca ni nada alteró ni su semblante ni su estilo y fue siempre como el ángel mediador que en medio de la tormenta protege, cuida y dirige por el camino seguro.

Entre sus papeles quedarán varios ejemplos, muchos de esos pensamientos y de esa sugerencias que el día, los temas del momento o el acontecimiento más destacado sugería, y que ella recogía como fiel depositaria de la amistad, de la tertulia y de la confianza que inspiraba con su sencillez.

La tertulia ha quedado triste con tu partida, sin rumbo y sin hada madrina que la cuide y la dirija acertadamente. Conchita te recordaremos siempre. Descansa en paz.