Lo que nos faltaba. Cuando ya casi nos habíamos olvidado de las “vacas locas”, las fiebres aftosa y del pollo, la gripe aviar... Ahora, toma dos tazas, gripe porcina. ¿Pero es que no hay otras enfermedades en el mundo que no sean las que transmiten los animales domésticos? Si las hay, desde luego, tienen mejor prensa y un gabinete de relaciones públicas más eficiente que ha conseguido que pasen desapercibidas. ¡Pobres ganaderos, no levantan cabeza! Tienen que lidiar con los intermediarios, la gran distribución y también con las plagas que llegan cíclicamente como castigo por haber domeñado a los animales. Una pena. De momento, la crisis no se ha notado en el consumo, pero se notará, ya verán.

La que nos espera en los próximos días y semanas. Alerta, alarma mundial, caos... Así somos los medios de comunicación, aunque, que nadie lo olvide, la prensa refleja la sociedad en la que vive, una sociedad timorata, miedosa, que se aflige ante lo desconocido, a la que gusta vivir en la intranquilidad, en el filo de la navaja. La condición humana, oh la la, que diría Sarkozy. O sea agitar la balsa cuando el aceite toma posiciones. Crisis económica y también crisis alimentaria, para todos los gustos.

No digo yo que minimicemos la gripe porcina, que tiene su importancia como la tiene la común que, no lo olvidemos, mata cada año entre 3.000 y 4.000 personas en España, pero no nos obsesionemos y hagamos de este estado la enfermedad, como suele ocurrir y ocurrió con la encefalopatía espongiforme (“vacas locas”) o con la gripe aviar. Porque entonces sí que se van a colapsar los hospitales y vamos a crear un problema serio. Por cierto, las personas que han muerto en México estaban afectadas de otras patologías. O sea como suele ocurrir con la gripe común. Y, por Dios, no dejemos de comer productos derivados del cerdo. Está probado que el consumo no transmite la enfermedad. Es más, seguro que sube las defensas.