Sin hacer ruido, de puntillas como acostumbra, se nos va Herminio Ramos, el maestro. Se nos jubila del ejercicio del articulismo tras décadas de cátedra desde la tribuna matinal de este diario que echará de menos su magisterio y su prestigio, profesional y humano. A sus 83 años, a Herminio le ha podido la vista cansada de lector impenitente, de observador inquebrantable del pasado y del presente del vasto territorio zamorano. Ha sido tan extensa la amplitud de miras de este sayagués granítico que, octogenario, los ojos gastados han de atender ahora sólo a lo más cercano. Un periódico es un edificio de papel en el que las noticias ejercen de ladrillo pero que requiere de férreas columnas para quedar bien armado y fijo al sustrato en que se asienta. Una de las columnas de este edificio nuestro la ha sujetado Herminio Ramos con maestría durante años. En lo personal, me siento orgulloso de haber ido durante una década y de repetidor a la escuela de Don Herminio.