Vaya por dios. Un amable y joven lector, que se identifica ideológicamente pero sin dar su nombre, me llama por teléfono para "desahogarse" y dar su opinión porque no ha podido "contestarme a través" de la edición del periódico en Internet al no existir ayer la opción de aportar su comentario a mi artículo "Gaitas y lucha leonesa", donde, por lo visto, él ha entendido que yo trataba de desvirtuar la Fiesta de Villalar y el Día de la Comunidad. Escribía yo sobre la ausencia en la campa de los mandamases del PSOE y del PP de la provincia del norte, de la emoción que esta celebración le producía al alcalde cazurro ("la misma que cuando cojo el autobús", dijo) y sobre la constatación de que Villalar todavía no es "La fiesta de todos", porque en León eso del sentimiento y la identidad autonómica se la trae floja a la mayoría de los ciudadanos. Si la opción leonesista, la de la militancia, no predomina (a los votos hay que remitirse), sí es abrumadora la mayoría que recibe este día con indiferencia, cuando no con rechazo. Y así respiran desde rapaces imberbes y pollitas hasta jóvenes de ochenta años. Nada o poco aludí a Zamora, salvo al valor del primer presidente de la autonomía para seguir predicando doctrina castellano-leonesa en el corazón mismo del leonesismo. Tampoco menté, por esta vez, al adalid regionalista Iglesias Carreño y a su partido, cuya causa tiene más seguidores fuera que dentro de nuestra provincia.

La brecha que existe entre los leoneses y todo lo que tenga que ver con el ente Castilla y León es más que evidente y no se reduce ni con los millones de euros que la administración autonómica les manda a mansalva todos los años, vía presupuestos, para lavar su conciencia. Y ese desencuentro es permanente y crónico, pero se escenifica con más virulencia con ocasión de la Fiesta de Villalar. Y, claro, tiene su justo reflejo en la prensa provincial, en toda, a cuya tinta voy a recurrir para insistir en mi opinión, erre que erre, aunque no baste para convencer a mi incrédulo interlocutor. «Hasta 26.000 personas en Villalar y León ausente», titulaba ayer uno de los periódicos, cuyo editorial comenzaba así: «Ni el llamamiento de Herrera de "Todos juntos contra la crisis", ni el "Espacio de los sueños" promovido por el secretario regional de los socialistas, ni el mensaje de aliento y apoyo de Zapatero fueron capaces de movilizar a los leoneses en Villalar, donde un año más fueron los grandes ausentes por decisión propia». En el mismo diario, el secretario regional de Asaja, José Antonio Turrado, bajo el título «Cudillero mejor que Villalar» ahondaba en este desafecto: «Los leoneses, el día 23 de abril, por una necesidad o por una expresión de rebeldía, como es mi caso, preferimos pasarlo trabajando. En el campo ayer fue un día de trabajo como cualquier otro. Pero la mejor opción sin duda alguna fue la de cientos de leoneses que cuando se levantaron y vieron el espléndido día que hacía (?) tomaron rumbo a la vecina Asturias. Es habitual ver a muchos de nuestros paisanos, cada 23 de abril, comprando en una gran superficie de complementos del hogar, que ya se encarga ella de poner anuncios en la prensa local incitando a esa alternativa. Mucho mejor que los filetes empanados en la campa de Villalar, es comer una paella en las playas de Colunga o una fabada en Cudillero».

«No es un nuestra fiesta -escribía Emilio Gancedo en el otro diario leonés-. Al menos yo, y la mayoría de cuantos paisanos conozco, no la sentimos como propia». Alude a la ausencia de una Comunidad Autónoma de León y concluye que «esta situación anómala, única en el mapa administrativo nacional (es la única región que, existiendo anteriormente, no alcanzó autonomía propia) nos ha sumido en un dique seco social, económico y cultural tan lamentable como digno de estudio». E pur si muove.