Zapatero cabrón queremos quedarnos en el sector» (sic). Así rezaba la pancarta de Asaja colocada sobre una tienda de campaña en la plaza de la Constitución de Zamora, frente a la Subdelegación del Gobierno, durante el lunes, martes y la mañana de ayer, hasta que fue retirada por agentes de la policía municipal. La movilización agraria ha querido denunciar la situación crítica del sector agropecuario, derrotado por una reconversión que no para y apaleado por una crisis que ha hecho cerrar filas a la distribución, ajustando aún más los precios en origen que, de tan apretados, van a asfixiar a los productores. El texto de la pancarta (en el inicio de este artículo se transcribe tal cual, sin comas ni otros signos ortográficos, como aparecía), que no la protesta, ha indignado a más de uno. Con razón.

Chocaba -y hasta hería- el lema, así de sopetón un insulto tan redondo, tan español (que así somos de faltones que hasta utilizamos el término con cariño, no era el caso, desde luego), que parecía el motivo principal de la protesta, insultar al presidente del Gobierno. No había otros lemas tan visibles al menos que el susodicho, que justificaran la movilización. A muchos ciudadanos (yo he hablado con algunos y no todos precisamente votantes del PSOE) les ha molestado la leyenda. El insulto por el insulto.

Si lo que querían decir los sindicalistas de Asaja es que Zapatero no ha hecho nada por dignificar el sector agropecuario, tienen razón. Pero tampoco Aznar ni Felipe González (éste utilizó el campo como moneda de cambio para pagar el trato de favor a otros sectores cuando la entrada de España en la UE), ni nadie. Tampoco Rajoy, porque que uno sepa el PP no ha movido un dedo para llevar al Parlamento los problemas del mundo rural, cada vez con menos adalides, cada vez más solo, que de soledad va a morir colgado del tiempo.

La movilización de Asaja, por tanto, totalmente justificada en el fondo. No en la forma, que aquí hay que matizar. Uno ha escuchado de todo en las manifestaciones agrarias. Desde aquello de "Queremos pan, queremos vino, queremos a (Romero, Solbes, Atienza, Cañete...) "colgao" de un pino" hasta insultos directos y personales muy gordos. Pero, si me apuran, en el calor de la batalla casi todo está justificado. En una movilización pensada, muy concreta, como la última de Asaja, con pocos efectivos, sin algaradas, los insultos sobran y la pancarta de marras también.

La movilización de Asaja, desde el punto de vista mediático, ha sido un éxito, seguramente por la pancartita, que así somos (aquí estoy yo escribiendo al respecto). Pero, de verdad, creo que no ha dejado buenas vibraciones. Es como si este sindicato hubiera tenido que buscar un golpe de efecto ante la incapacidad de movilizar a un gran número de agricultores y ganaderos.

Tengo muchos amigos en este sindicato histórico que lleva décadas luchando por el campo zamorano con una dignidad a prueba de personalismos. A su presidente actual, Vicente Calzada, lo incluyo en este grupo, pero me da la sensación de que algo pasa en en el seno de está organización profesional que está debilitando su poder reivindicativo. Muchos "históricos" de este sindicato ya no aparecen en las movilizaciones, están en los cuarteles de invierno, alejados de las trincheras. ¿Por qué será?

Quizás lo de la pancarta de marras tenga más lecturas que un desliz visceral. Quizás haya que entenderla en otro contexto. Eso dicen en esta misma página varios directivos de la Lonja Agropecuaria de Zamora. Con todo, Asaja Zamora tiene tanta historia y tanta dignidad que estoy seguro que la marejada atisbada durará menos que una tormenta en verano. Digo yo.